Cada vez más nos levantamos por la mañana y escuchamos en los medios que se trata del aniversario del ataque terrorista en tal país, o del día que hace cinco años de la bomba en la estación de cual ciudad europea. Es triste y me apena que esto ocurra cada vez más a menudo y envío mi más sincero pésame a todas esas personas que han perdido a sus familiares y amigos en estos ataques.
Pero no me he puesto a escribir esto para condenar el terrorismo. Esta vez dirijo mi atención al hecho de que todo se olvida y se repite.
¿No os habéis preguntado nunca dónde han quedado los aniversarios de otros atentados, como en el caso de nosotros españoles, los de ETA? ¿O de otros atentados o accidentes con gran número de víctimas que hayan ocurrido hace años, antes de que hayamos nacido? No es raro escuchar una noticia de un accidente, un derrumbamiento de piedras, un tren descarrilado, un accidente de coche en una curva peligrosa donde han ocurrido accidentes anteriormente o que estén relacionados directamente con otros accidentes y que sólo se vuelven a recordar, desgraciadamente, debido a los nuevos que se solapan. Pero si no ocurre nada, se trata de casos que quedan en el archivo hasta que pueden ser utilizados de nuevo como ejemplo, comparación, denuncia o con fines sensacionalistas. Pero queda una cosa clara. Se perdió su recuerdo entre papeles archivados. Unos pocos lo recordarán porque fueron afectados. Otros porque les marcó de algún modo. Otros por cercanía a lugar donde aconteció.
Una de las razones por las que pasa esto, supongo, sea el cambio de poder, los mandatarios, las leyes, los golpes de estado, las guerras,... Las guerras. ¿Qué ocurre con las guerras?
Se celebran victorias que ocurrieron hace cientos de años. Guerras que seguramente en su momento implicaron el desasosiego de la población, la tristeza y la penuria que implica un acto beligerante. Pero se trataban de guerras de amplicación de fronteras. Unos querían más, otros querían mantener lo que era suyo.
¿Se celebrarán las victorias de EEUU en Irak? No. Va contra la moral celebrar una guerra de dudosa legalidad, si es que aún existen dudas sobre las verdaderas razones por las que la guerra se llevó a cabo. En este caso se hacen grandes eventos de recuerdo a las víctimas por ataques "terroristas" como el de las torres en Nueva York. Se recuerda lo que interesa para poder controlar a las masas. Se potencia lo que refuerza la idea de que fue lo correcto provocar una guerra, invertir en defensa cantidades desorbitadas de dinero. Para controlar la ira de los que perdieron a los suyos. La ira de los patriotas. La ira de los ignorantes que se dejan llevar por los medios de comunicación y no intentan llegar a la raíz del problema por sí mismos.
En la novela 1984 se habla de como un dispositivo gubernamental controla lo que se ha de recordar y y lo que no. Básicamente, aquello que no interesa recordar, desaparece. Pero se repite con extrema asiduidad lo que se ha de odiar, lo que se ha de recordar. Y, lo queramos o no, los medios de comunicación son una espada de doble filo. Todos queremos saber la verdad, y creemos en la veracidad de tal o cual grupo de prensa. Pero, aunque sean noticias con distintas fuentes, son también controladas por uno u otro ente, cuya identidad se difumina en cuanto más profundo se investiga.
Por todo esto, cada vez que veo las autoridades políticas de uno u otro país haciendo presencia en las distintas manifestaciones o en los entierros o en los aniversarios... siento una mezcla de pena y rabia.
Son ellos mismos los que provocan esos atentados, promocionando las ideas de que hay que luchar contra un enemigo común llamado Islam, a miles de kilómetros de distancia, para que nuestra "Europa, pacífica y libre" siga manteniendo los valores de la democracia y la igualdad. Invierten en defensa con nuestros impuestos, tiran bombas pagadas por nuestros impuestos en un país que no tiene culpa de encontrarse en medio de tantos otros países con intereses propios en su tierra. Destruyen familias, pueblos, etnias. Esas familias rotas, personas que han perdido todo, se radicalizan (¿Acaso es extraña una reacción así?), enseñan a sus hijos y nietos lo que ocurrió, su experiencia personal. Ellos mismos viajan a Europa y "atentan" contra nuestra libertad matando gente "inocente" que pagó con sus impuestos las bombas que mataron a su pueblo. Incluso europeos viajan al este para aprender y volver más "radicalizados" pero con la ciudadanía europea o la nacionalidad del país donde nacieron. Pero con sus raíces claras.
Mezcla de falsedad, hipocresía, ignorancia interesada e indiferencia dirigida. Llena su voluntad de esta mezcla deleznable, asisten las autoridades políticas, los artistas, los famosos, los funcionarios, los ciudadanos. Llenos de hipocresía acuden todos a la manifestación organizada para demostrar su desprecio a los atentados, fruto de la lejana guerra que ellos mensual y religiosamente subvencionan con sus impuestos.
Arrivederci Roma
Hace 15 años
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