sábado, 23 de febrero de 2013

Buenos momentos

 Diario de un inmigrante a 23/02/13.


Llega el día que te sientes un poco con ganas de hacer locuras. Te compras un billete que te pasea por toda Alemania en una semana para estar en el carnaval de Mainz y saludar a unos amiguetes de Stuttgart. ¿Por qué iba yo a frenar esos impulsos? Pues ahora como mínimo ya tengo algo para contar en el blog.

Quizás me he comido medio día de viaje en tren. Pero no cambio la experiencia por nada del mundo.

Nunca había visto un paisaje nevado a lo largo de todo un país, al fin y al cabo he cruzado el país de derecha a izquierda y hacia el norte, tipo diagonal. Estaba acostumbrado a campos verdes, montañas en el norte, llanuras interminables de colores cálidos en el sur de España, cultivos de girasoles, olivos, vid, naranjo,... Pero ver todo como si fuera una tarta selva negra tiene también su belleza.

Pasando por estaciones de tren enormes que dicen mucho del país dónde me encuentro y sobre su historia llegué a mi primer destino. Preparado para el Rosenmontag. Disfraz de mujer y para alante. Resultó exitoso, sobre todo entre los hombres -.-

Quién diría que a pesar del frío se puede estar tan bien en la calle bailando hasta las tantas (tantas alemanas son las 12) y pasárselo uno como un niño chico.

Después viaje a Stuttgart con un sólo tren esta vez (hasta Mainz fueron 3 trenes). Y allí a hacer más turismo y a pasarlo bien con los amigos. Cuando llega la hora de volver te das cuenta de lo bien que ha salido y que a veces es mejor una pequeña escapada que estar 3 semanas en el mismo sitio haciendo el vago.

Cuando vuelves, vuelve todo a lo mismo,... a lo mismo que antes era nuevo y cada vez es más normal, más habitual. Ahora empiezo a entrar en lo cotidiano, en un sitio al que vuelvo como si fuera la casa que aún tengo en mi tierra. Creo que tendré que hacer más de estos viajes para no hundirme en la costumbre y dejar de sentir la bendita inseguridad que te hace sentir vivo.

martes, 5 de febrero de 2013

Cosas que cambian y cosas que no tanto...

 Diario de un inmigrante a 5/02/13.


Aún recuerdo como pasaban los días como estudiante. Madrugar, estudiar, comer en casa o en la universidad, estudiar, salir con los amigos, jugar al ordenador, estudiar,... Pero siempre ha faltado algo que ha estado, sin embargo, en todo momento latente.

No sé la sensación que es ver a tu hijo hacer su vida y verle sólo cuando entra por la puerta y cuando sale. Lo que es entrar en su cuarto y que esté ocupadísimo jugando una partida con sus amigos. Qué es intentar hacerle la vida más fácil y que apenas tenga tiempo para agradecértelo.

No tengo ni idea, y supongo que alguna vez me tocará sentirlo a mí pero ahora estando tan lejos de la gente a la que quieres sí que te das cuenta de lo mucho que eran para tí aunque sólo estuvieran en el marco de tu vida, en el fondo, en dónde los veías pero como personajes secundarios de tu vida principal. Ellos estaban ahí y tenían también su vida. Pero su vida, es en parte, la nuestra, sus hijos.

Ahora al estar tan lejos, cuando hemos estado juntos en nuestras vacaciones, hemos hecho cosas que no habíamos (o hubiéramos) hecho antes. Pasear por el puerto, comer juntos más a menudo, compartir momentos también con los amigos de mis padres,... Esas cosas que no las echas en falta hasta que de verdad sabes que no puedes tenerlo siempre que quieras. Esas cosas que estando en casa sabía que podía hacer en cualquier momento pero que sin embargo nunca llegamos a realizar a no ser que fuera un día especial.

No sé si es que le veo todo positivo al haberme venido aquí, y que es por alguna extraña razón de mi querer estar en Alemania desde que soy pequeñín o porque me gusta el idioma. No lo sé, pero ahora cuando tengo vacaciones, no vamos a ver a la "familia" y discutimos porque queremos quedarnos en casa. Ahora nos quedamos porque yo vengo de Alemania, y si se puede se hace una pequeña visita a alguien, pero ahora somos nosotros los que estamos separados, y eso es más fuerte que lo que hasta ahora era indudable y no podía faltar. Ahora somos más familia cuando estamos juntos. Ahora florece lo que antes era semilla y no terminaba de nacer.