sábado, 2 de septiembre de 2017

De la evolución natural de las sociedades su hipocresía inherente

¿Creéis que el instinto y nuestra naturaleza influye en la sociedad y como nos comportamos? Es innegable pero, ¿en qué grado?
Es cierto que el comportamiento de las personas socialmente hablando ha cambiado según la corriente filosofica y cultural que ha influído cada civilización desde tiempos remotos. Los pueblos se han mezclado y relacionado. Algunas veces por medio, por ejemplo, de comercio pacífico. Otras, desgraciadamente, por medio de las invasiones llevadas a cabo por generales o dictadores megalómanos resultando con la muerte y desgracia de miles o millones de personas. Y digo desgraciadamente porque se trata de la imposición de leyes y moral a base de sufrimiento y dolor y, en la mayoría de los casos, implicando una desigualdad política y social enorme entre los victoriosos y los vencidos. Aunque el resultado sea (según los valores de cada cual, o cada sociedad) moralmente aceptable o mejor que el anterior. Como ya digo, esto es relativo, no sólo a la sociedad, sino también a la época de la que hablemos. Si el fin justifica los medios, es algo que vosotros mismos habéis de saber. Yo no entraré en ese tema ahora mismo, pues mi objetivo no es hablar de si una sociedad es más respetuosa o menos, o si la sociedad romana era mejor que la griega o la fenicia. Me gustaría centrarme en la controversia que supone la aplicación de leyes morales en la sociedad, en si es beneficioso y sus consecuencias.

Los seres humanos somos animales. Razonamos y esto nos hace "superiores" al resto de seres vivos sobre la faz de la tierra. Y lo pongo entrecomillado porque para muchos este don o esta capacidad nos hace, a la vez, menos humanos paradójicamente. Cuando tratamos la humanidad como bondad, misericordia y ayuda al prójimo. Pero en realidad, como todo ser vivo, nuestro objetivo es la supervivencia y la transmisión de nuestros genes a las generaciones posteriores. Ahora bien, nuestra humanidad nos obliga a ser condescendientes y respetuosos con nuestros prójimos y con otras seres vivos... hasta que surge nuestro animal interior para defender nuestra estirpe, nuestra familia, nuestros intereses de supervivencia o nuestra especie. El miedo a lo desconocido tiene como consecuencia inmediata la aniquilación de aquello que nos asusta o, por lo menos, la aniquilación de la sensación misma poniéndonos a salvo de esa supuesta amenaza. Puedo estar hablando de una araña inofensiva, de mantenerse a una altura peligrosa o de una persona amenazando con un arma. Y ¿a qué viene todo esto? Las leyes fueron creadas para cumplirlas. Antiguamente estaban unidas a leyes religiosas y lo siguen aún en algunos países. Éstas se crean para una mejor convivencia en la sociedad. Para evitar que la gente robe. Mate. Explote a otras personas. Para ser exactos, para que la gente tenga miedo de robar. Matar. Explotar. Pero también para que cumplan con obligaciones impuestas por la sociedad. Para que trabajen unas horas determinadas. Para que cuiden del mobiliario público. Para que sus hijos sean educados en la cultura y moral propia de su sociedad. ¿No está penado evitar llevar a tus hijos al colegio para una educación básica? Hablamos muchas veces de sociedades libres porque pensamos (o nos hacen pensar) que somos libres y que lo que se hace, ya de un modo automático, es algo lógico y aceptado moralmente. Hasta tal punto de que se ataca y demoniza a aquel que no es igual y "hace lo que debe hacer". La sociedad misma se transforma entonces en víctima y verdugo de sus individuos.
No entraré en la posibilidad de esquivar estas leyes, hacer que tus hijos se críen en otro tipo de ambientes o que para algunos sea más fácil salir impunes después de haber cometido atrocidades, muchas veces gracias al poder adquisitivo. Son fallos (o no) de ese sistema social contruido para una convivencia pacífica. Pero funciona con la mayoría. La gente no mata, no roba o no viola. ¿Por miedo a las consecuencias sociales? ¿Quizás por supervivencia? Las consecuencias sociales influyen directamente en la supervivencia. Nadie quiere estar en la cárcel hasta la muerte, o 20 años perdiendo la juventud entre rejas.
Se puede sacar la conclusión de que la sociedad crea unas reglas en conjunto para controlarse a sí misma y suprimir su instinto natural, por lo menos hasta cierto punto.
Ahora bien, existen muchos tipos de sociedades. Muchas culturas. A cada cual más  o menos primigenia. Más o menos políticamente correcta. La cuestión inevitable es cuál de ellas es mejor para el ser humano. ¿Es mejor la que respeta nuestro instinto antes que el bienestar general? ¿Es el bienestar general algo inmutable? ¿Quién decide cuáles han de ser las consecuencias de romper este bienestar general?

Desgraciadamente nos encontramos en un mundo repleto de sociedades hipócritas que hablan de respeto al prójimo pero actúan macroscópicamente a su vez según sus propios intereses como si se trataran de individuos. Niños pequeños que luchan por conseguir la piruleta más grande y que son capaces de hacer la zancadilla a aquel que se interponga en su camino. O de aplastarle la cabeza a aquel que ya se encuentra inmóvil e indefenso tirado en el suelo. Sólo para llegar un poco más alto o evitar tener más competencia. Pero, ¿cómo es posible que existe un bienestar sabiendo que estamos destruyendo otras sociedades y con ello matando de hambre a otros individuos, violando los "derechos humanos", robando la riqueza de sus tierras,...? Las sociedades, como he dicho, se retroalimentan con su propias leyes y su moral. También se crean formas de evitar que la gente se pregunte por qué viven tan bien y otros tan mal. Por qué muere tanta gente de hambre en el mundo. La diversión, el ocio, el consumismo, las mentiras que borran el principio de conservación de nuestra propia especie sabiendo que somos tantos en el mundo. Y unas cuantas ONG que por un módico precio al mes limpian nuestros pecados y nos ayudan a lidiar con nuestro mal estar y la culpabilidad. Unos pocos invierten más y otros menos o nada. Unos arriesgan sus propias vidas y otros prefieren alegar que ayudar no sirve de nada o que el dinero se usa para otros fines que no divulgan.

Una vez mencionada esta drogadicción de las sociedades para inmunizarse contra su propia hipocresía respecto a otras, paso a los individuos dentro de una sociedad concreta y me gustaría centrarme en las costumbres.
Las costumbres, como bien se definen por sí mismas, llegan de tiempos anteriores repitiéndose y pasando de generación en generación. Muchas de ellas han cambiado muy poco, y otras son totalmente distintas o han sido eliminadas por muchas causas distintas. En lo que nos atañe, aplicaré la razón que viene por imposición social. Modificación o elminación por no ser moralmente correcta.
Por tomar un ejemplo conocido para la sociedad a la que pertenezco por nacimiento, hablaré de la tauromaquia. Es algo cultural que se lleva haciendo desde hace muchos años y supongo con muchos cambios en sus costumbres. Tiene cierta gracia que lo que muchos españoles ya no aceptamos, o incluso, criticamos fervientemente, es atractivo para otras muchas culturas y no siempre mal visto. De hecho a veces puede llegar a ser incluso alabado.
Existen leyes contra el maltrato animal, las peleas de perros o gallos. Se prohíbe matar animales para consumo humano si no se respetan algunas normas. ¿Estáis pensando lo que estoy escribiendo ahora mismo? Hubo hace tiempo alguien que escribió cuál era el modus operandi legal y, probablemente, moralmente aceptado, para matar un animal. Lo hay para utilizar fertilizantes en el campo (con consecuencias nefastas en muchas especies cuya existencia, por supervivencia, no nos interesa prorrogar. Por supervivencia. ¿Es necesaria la creación de excedentes que más tarde van a parar a la basura por no ser vendidos o consumidos? Poca gente ve lo que pasa con la basura una vez desaparece en el contenedor de su casa. Pocos saben dónde va a parar ese plástico que cubre el nuevo dispositivo, o aquella bandeja de embutido.
Reciclaje. Aquella mentira que queremos (o nos quieren) asegurar que debemos conocer y aprender. Hemos de acostumbrarnos, hacerlo día a día. Hablaba antes de la donación a una ONG o la visita a un país pobre en ayuda humanitaria como un modo para la limpieza de nuestra culpabilidad por tener todo cuando otros no tienen nada. Es decir, la expresión más clara de la solidaridad humana que aún tenemos pero por interés suprimimos gracias a otros incentivos de ocio y comodidad. Pues bien. Cuando se habla de ecología y respeto a la naturaleza, y la sociedad abre los ojos viendo la cantidad de residuos que se generan y las consecuencias de los mismos, esta misma exige de algún modo que se acabe con esto. Que se encuentre una solución. Esta solución lógicamente no ha de ser la mejor o la más respetable, por lo menos si se puede ocultar. Ni qué decir vista desde el punto de vista de una persona que vive a miles de kilómetros del lugar con una cultura distinta. Pero es una solución que respeta nuestros valores como sociedad consumista. El reciclaje. Nadie quere dejar de consumir pero sí se necesita hacer algo para el bienestar social. Ver que se toman medidas para ello. El reciclaje es una invención necesaria en una sociedad consumista que mitiga el mal estar de la mayoría y permite la continuidad de este estilo de vida, egoísta y autodestructivo.

Con los avances tecnológicos cada vez somos más conscientes de que, aunque podamos moldear cada vez más cosas a nuestra voluntad, todo tiene consecuencias. Afortunadamente algunos de los errores que se cometieron por desconocimiento de esas consecuencias se evitan activamente actualmente. O se han tomado las medidas oportunas para reducir las posibilidades de que ocurra una catástrofe. Y cuando digo catástrofe, me refiero a algo que afecte directamente a la especie humana. Paradójicamente, los avances tecnológicos van unidos a la investigación de métodos más eficientes de tener la supremacía frente a otros. Lo que supone esclavizar, robar, aniquilar a nuestros iguales para conseguir lo que nos interesa. Y esto, señoras y señores, en mi opinión, es una evolución natural equilibrada y que corresponde a la evolución social. Nadie desea una guerra, pero tampoco morir o que le quiten lo que "les pertenece". Y aquí entra de nuevo el miedo, asustar a la sociedad con el peligro de perder a sus seres queridos, lo que poseen, sus comodidades. Entonces la guerra se convierte en una forma legítima de defender tus intereses. Todo suena mejor cuando "defiendes tus principios, tu familia, tus posesiones". Pero en muchos casos se trata de "atacar para extraer los bienes necesarios de otras sociedades para mejorar o mantener nuestra comodidad, sobrevivir y que nuestros seres queridos vivan dignamente".

A diferencia de los animales, las sociedades humanas necesitan esa parte psicológica que acalle la parte racional cuando se trata de respetar los principios mas instintivos de la supervivencia.
No se trata de una sociedad enferma, se trata de grupos de animales con capacidad de raciocinio. Es algo natural y que ocurre a cualquier nivel, pues lo mismo se puede hablar de la Familia de Menganito, como del barrio de la Calle de Arriba, del pueblo de al lado, de un país, de un grupo religioso, de una sociedad de empresas o incluso de un club de amantes de los delfínidos.

Es interesante mirar atrás, leer libros o documentos o ver videos de tiempos pasados donde la realidad era distinta a la actualidad y ver las diferencias tan enormes que existen. Lo que antes nos parecía una sociedad enferma es ahora mismo normal. La manifestación de una idea que antes parecía lógica y respetable, puede ser actualmente razón suficiente para acabar preso con una de las peores condenas.
Esta evolución social resulta cuanto menos interesante. Sea la dirección que sea la que tome, siempre habrá un influencia de nuestra naturaleza en la sociedad pero difícilmente podremos borrar lo que somos y reiniciar eliminando nuestro instinto de supervivencia. Siempre existirá controversia y habrán sociedades con las que comparar y para criticar o alabar. Pero el punto al que quiero llegar es que esta evolución social, de un modo u otro, da vueltas sin fín alrededor de un punto común. Todo cambia, para bien o para mal, mejorando o empeorando la interrelación de unas comunidades con otras. Pero la supervivencia propia y de los tuyos siempre estará por encima de cualquier movimiento social, industrial, político o de cualquier otro tipo.

                  
Creo que muchos olvidan que seguimos siendo animales. Si en el renacimiento se ensalzaba la figura humana y la antropología, creo que ahora estamos en la deshumanización y el ataque a las costumbres e instinto animal. Y digo deshumanización en el sentido de que dejamos de ser animales humanos para ser ositos gusiluz veganos, asexuales y pacíficos                      
Es una vergüenza y va contranatura, el desarrollo de nuestro cerebro nos va a dar cada vez más dolores de cabeza (nunca mejor dicho)