sábado, 4 de noviembre de 2017

Esa península que no abre sus ojos

Igual no es un adiós. Igual es un hasta mañana.
Se trata de sentimientos encontrados...
Quizás alguien tenga que salir de la cueva para experimentar la realidad y volver después a abrirnos los ojos contándonos lo que hay fuera, más allá de las sombras medievales que refleja en la pared el fuego detrás nuestro. Figuras de coronas, de realidades tergiversadas, de amenazas pacíficas y de quimeras que se descomponen por su inestabilidad inherente.
Para que hubiera un cambio, siempre tuvo que dar alguien el primer paso. Sócrates, Zaratustra,...
Por desgracia, como costumbre de la sociedad, la reticencia al cambio causará rechazo a las enseñanzas y novedades que nos traigan desde fuera, desde la experiencia aprendida. Pero debemos acoger esas enseñanzas en el instante que estas lleguen. No aplicarlas literal e inmediatamente, sino escuchar, aprender, moldearlo a nuestra condición y aplicar lo que nos ayude a avanzar. Pues no existe experiencia negativa, sino oportunidad de aprendizaje perdida.


El problema de la península ibérica es que no sabemos ver el todo sin mirar antes nuestro ombligo. Existe odio y malestar entre las distintas etnias que componen a nuestra tierra rica en cultura, lengua y tradiciones. Y este odio es reforzado por la clase política (y, desgraciadamente, aún por sus reyes) que sabe que siempre fuimos un pueblo movido por la pasión y la sinrazón. Cuando aprendamos a disfrutar y querer nuestras diferencias, porque son la clave de nuestra idiosincrasia como conjunto, entonces, y sólo entonces, podremos vivir en una España orgullosa de ser plural, multicultural y ejemplo para todo el mundo. Sólo si dirigimos nuestra pasión en la dirección correcta.


Hasta entonces, matáos entre vosotros, "ibéricos", por iros, por prohibir irse, por quedaros. Yo, nieto de víctimas del hambre, el dolor y la miseria que dejó la guerra, aún conozco de primera mano lo que fue porque me lo contaron.
Parecerá pretencioso, pero la historia se repite. Sólo hay que dejar pasar el tiempo y olvidar. Espero que no vuelva a ocurrir.