martes, 2 de junio de 2009

Sobre ruedas...

Hoy quiero hablar sobre un tema que me afecta a diario. La paciencia.

Cuando hablo de paciencia, no hablo de la necesaria para completar un sudoku, ni la que se necesita en una partida de ajedrez. Hablo de la paciencia en el día a día. Creo que es la base de una buena relación con un mundo que se mueve a la vez que nosotros y que también tienen inquietudes y ganas de vivir y aprovechar todo al máximo como la mayoría de nosotros. Pero no hay que ir muy lejos para ver que esta virtud brilla por su ausencia y me gustaría dirigir esta entrada al tema de la circulación vial.

Cuando cogemos un vehículo y nos introducimos en el salvaje "asfalto" cambiamos de chip completamente. Nos vemos más poderosos y capaces de realizar más cosas gracias al artilugio que manejamos. Al menos yo lo siento, y creo que lo sentirá cualquiera que se sienta cómodo y seguro conduciendo. Podemos llegar más rápido a muchos sitios y como estamos rodeados de chapa y metal pensamos que si nos estrellamos contra algo tendremos muchas posibilidades de sobrevivir y terminar ilesos. Nada más lejos de la realidad, cuando cogemos un coche no tenemos la conciencia suficientemente clara como para saber lo que puede ocurrir en cualquier momento. Cualquier tontería al volante puede acabar con un siniestro total y varios cadáveres en la carretera o fusionados con el chasis del vehículo o los quitamiedos. Es muy duro pero es la realidad.

El caso es que muchas veces yo pierdo la paciencia, pero siempre, cuando conduzco, intento concienciarme de que los causantes de mi impaciencia pueden tener excusas suficientemente válidas como para acallarla y calmarme. Y cada día me doy cuenta de esto más y más veces.

Pero a veces, por mucho que intentes pensar en explicaciones, no encuentras la tranquilidad. Es aquí cuando, a mi modo de ver, podemos diferenciar entre dos formas de sacarte de quicio:

1º) El conductor del vehículo (cualquier vehículo) es un inepto y no sabe conducir o simplemente es un despistado y se le olvidan cosas como los intermitentes o realizan entradas a autovía en una velocidad que bien pudiera ser típica de la primera marcha.

2º) Imbécil tonto del culo que aunque sabe conducir y podría participar en la comunicación continua que se debe de llevar en la circulación entre los distintos usuarios, no le sale de los mismísimos realizar ni una sóla maniobra como la señala y obliga la regla.

En este segundo caso no puedo evitar que mi ira ascienda al nivel más alto y que intente hacer que caiga sobre tal individuo. He aquí el por qué de mi entrada de hoy. Los principales usuarios de que me aborrezca conducir a veces son los motoristas. Me sacan de quicio a más no poder con su modo de conducir y quería compartirlo con los que quieran leerme. Si sois motoristas, remarcaré que no todos los que veo son iguales, pero aclararé también que la inmensa mayoría conduce como le da la gana.

Hoy casi me estrello con dos motoristas, uno seguido de otro, que para adelantar y ahorrar tiempo se disponían a adelantar en una carretera de dos sentidos con dos carriles para cada uno invadiendo el más cercano de sentido contrario, por el que yo circulaba alegremente y cuesta abajo (lo cual explica que llevara los 50 km/h de límite en ciudad. Tenían espacio para meterse de nuevo a su carretera, pero prefieren terminar la maniobra. -¡Qué mas da! ¡De perdido al río! Total, yo llevo la moto y si nos estrellamos él me paga mi rotura de columna vertebral o la indemnización a mi familia y mi entierro...- pensarán, digo yo. Desde luego, si esto me ocurriera una vez pensaría que es un error o que alguna explicación tendrá (igual se está meando y quiere llegar a casa rápido y por eso adelanta a lo suicida). Pero no suele ser el caso.

No sólo ésto ves cuando conduces y hay motos en el horizonte. De hecho normalmente no las ves en el horizonte porque aparecen por arte de magia a 70 km/h a tu derecha o tu izquierda adelantando como quieren y realizando maniobras sorprendentes. Y te sorprendes, y con esa sorpresa te ciscas en sus muertos. Porque casi se mata él y porque casi hace que te salgas de la carretera tú...

Entonces un día me enteré de que el Gobierno de España había sacado una campaña de concienciación para los conductores de turismos para que tengamos en cuenta a las motos. Lo cojonudo es lo que dice al final. Que el 50% de los accidentes no son culpa de la moto. Ya, sí, y yo creo en Dios Todopoderoso. Después de conducir un rato en ciudad sacas conclusiones muy distintas a estas. Pero he de aceptar que sí es verdad que por creer estar más seguros a nosotros nos importa menos pegarnos un golpe o dos con otros vehículos. Pensamos en no arañar el coche. Pero un motorista ha de pensar en que no le corten las piernas... Por favor, un poco de paciencia y un poco de saber estar, que a mí esa enseñanza me la dieron desde pequeño y no por tener una moto o un coche debemos de transformarnos en monstruos en busca de "llegar a tiempo" y "adelantar a ese gilipollas que va como una tortuga".

http://www.youtube.com/watch?v=6X9GYU-EQ8c

Como ejemplo adicional, pondré lo que me ocurrió hace unos meses de noche en carretera secundaria. Un gato cruzó la carretera y me hizo frenar en seco. Tuve que meter primera y acelarar rápido pues había coches que se acercaban. El que iba inmediatamente detrás de mí pero a más de 200 m era un tío con un Mercedes. No redujo su velocidad hasta casi estar pegado al culo de mi coche, me hizo largas varias veces, acelerones con el motor y tocó el claxon varias veces. Todo esto mientras yo intentaba alcanzar otra vez los 50 km/h después del frenazo. No creo que haga falta decir que llegar a esta velocidad no es difícil y ya la tenía cuando se pego a mi culo. Lo que pasaba no era que yo estuviera yendo muy lento, sino que él estaba de fiesta y tenía ganas de molestar y sentir que es el rey de la carretera. Me adelantó en curva cerrada sin visibilidad y línea continua, de noche, repito, y salió a más de 80 km/h delante de mí. El que iba detrás del Mercedes se quedó detrás mío sin problema alguno manteniendo distancia amplia y a velocidad normal. Claramente, este tipo pertenecía a la segunda clase de conductor.

Ojalá tuviéramos más paciencia. Y ojalá a las motos se las redujera la facilidad de hacer idioteces y se las viera mejor... como a esta:

Pero igual tendríamos que tener cuidado los de los turismos de no ser aplastados...