sábado, 5 de junio de 2010

...cuando n tiende a felicidad.

¿Cómo vivir la vida?

Clases de filosofía de un loco que se cree cuerdo.

Todos creemos tener la razón, pero no siempre la tenemos, o no siempre estamos en el marco correcto. Que alguien dijera hace 300 años que la Santa Biblia pudiera envasarse en un recipiente que mide menos de un dedo (pendrive), y eso que la forma del recipiente es así para que no perdamos fácilmente la información, porque podría ser más pequeña.

Pero hay cosas que no cambian con el tiempo. Todo el mundo nos preguntamos cómo queremos vivir la vida tarde o temprano. Todo esto después de pensar en por qué estamos aquí y dónde vamos como raza que existe en la Tierra y ver que no hay respuesta. Nos damos cuenta de que seguir pensando en esto último es perder el tiempo. Y entonces es cuando al mirar atrás, vemos que bastantes personas razonaron en su momento de genialidad y plasmaron sus pensamientos en libros que ahora aún estarán informátizándose y traduciéndose. Pero esos pensamientos no han cambiado. ¿Cómo hemos de vivir la vida?

Para empezar podemos dejarnos llevar y ser como se supone que debemos ser sin demasiado esfuerzo. Esto no es malo, de hecho la gente es feliz así. Pero hay gente que necesita ser distinto y sobresalir del grupo, ya sea para bien o para mal (otro concepto bastante relativo) son felices también.

Es innegable que para pensar en esto hay que tener en cuenta el marco, como dije antes. En la vida que yo veo a mi alrededor hay una cultura cristiana moderna en la que quedan tradiciones antiguas y obsoletas desde el punto de vista contemporáneo pero falta fe y nos sobra inteligencia. O eso creemos. Y además vivimos en un sistema capitalista devorador y altamente competitivo. Estas dos cosas influyen mucho en el estilo de vida de una persona y en su construcción como tal alterando incluso sus preferencias naturales.

Religiosamente hablando tener fe en algo es creer en ello con todas tus fuerzas. Esa es la definición que entiendo desde que soy pequeño y recibí enseñanza cristiana. Me quedo ella y la aplico a mi filosofía retirando el tema religioso.
Creo que tener fe es algo bueno, hasta cierto punto. Puedes tener fe, pero nunca ciega. Hay que darse cuenta de las cosas. Y es ahí donde entra nuestra inteligencia. Pero ésta tampoco es la mejor guía hacia la felicidad. Para mí que debemos escoger de ambas a la vez, un poco de cada una.

¿Estamos escogiendo un buen camino para ser felices? Ser feliz ha sido la preocupación del hombre desde los principios del tiempo. Ser hijo, enamorarse, ser padre o madre, perder a nuestros seres queridos, lograr cosas que creíamos tener entre nuestras metas y que no sacian nuestras ganas de tener más logros... Pero siempre ha sido así. Siempre ha estado reñido el instinto animal con la razón humana. Nuestros pensamientos nos dicen todo el rato qué deberíamos hacer de forma fría y eficaz, pero nuestros sentimientos no suelen estar de acuerdo muchas veces. Escoger a quién de los dos creer o si debemos escoger ambos en cierto grado es lo que nos hace sentir que podemos regular y cambiar lo que nos va a suceder en el futuro inmediato. ¿Qué es este sentimiento? ¿El éxito trae la felicidad?

Lograr algo propuesto es, queramos o no, un descanso para nuestra conciencia, aunque rápidamente busquemos otra meta. Si no levantamos la mirada y vemos en el horizonte un punto al que queremos llegar no creemos que vayamos a ser felices. Aprobar un examen, conseguir un trabajo, llegar alto en la sociedad, tener un coche de una marca determinada, conseguir estar con una persona que te parece la mejor opción para tí, conseguir hoy lo que no sabes si podrás conseguir mañana... Esto es la inteligencia, la razón que nos obliga a tener ambiciones.

Sin embargo, el otro pasajero nos complica la vida, o la resuelve. Nuestro instinto, aquel que nos dice que esa persona no pega con nosotros, que aunque apruebe el examen no nos gusta la carrera que escogimos hace años, que estamos haciendo lo que hacemos porque la vida está así montada y en realidad nos gustaría estar realizándonos de modo muy distinto y en un lugar totalmente alejado de donde estamos...

¿Escogemos seguir el instinto o nuestra razón? Me parece que nunca seremos completamente felices en intervalos de tiempo demasiado largos hagamos lo que hagamos.

Conclusión, si es que este texto tiene alguna, y la verdad es que bastante ambigua. La felicidad humana es algo muy complejo que no se puede resumir en un texto escrito a las tantas de la mañana por una persona joven que no tiene ni idea de donde acabará su vida y en qué condiciones, pero tengo la convicción de que la felicidad es demasiado ideal como para caber dentro de nosotros completamente. ¿Por qué? Porque, como ahora, he de escoger entre si seguir mi instinto o mi inteligencia. Y algo me dice que cuando postee este texto, apague el ordenador y me vaya a la cama ya habré escogido y, seguramente, no será la decisión que me haga más feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario