viernes, 3 de abril de 2020

Divagaciones de un padre - Decisión o Sorpresa

No me preguntéis por qué decidí ser padre. No lo decidí. En realidad sucedió. Y con esto no quiero decir que yo no estuviera preparado o que mi interior no me pidiera serlo. De hecho mi sueño era ser padre con 20 años. Tener trabajo y asumir otras responsabilidades que implica llevar una familia adelante no era parte del plan. Era algo paralelo y dado por supuesto, pero a la edad que deseaba tener 20 años para jugar con mi hijo cuando yo aún fuese joven no era la que se tiene cuando se va a un campamento de verano y se espera que alguien saque un mensaje secreto dirigido a tí del saco de papelitos que el monitor de turno vaciaba alrededor de una hoguera. Pero a mi edad actual si se puede hacer uno a la idea de lo que se necesita. Y no sólo es dinero o una casa. También es importante haber conocido a la futura madre de tus hijos, por no decir lo primordial. Evitaré entrar en temas tan actuales como la compra de bebés en el mercado negro o alquilar el útero de una voluntaria.

Si tuviera que decir por qué decidí ser padre, sería bastante surrealista. Básicamente fue un sentimiento que te llega de dentro... y una mujer que te lo pide con el alma reflejada en los ojos.
En mi relación podría situarme como la parte racional (aunque no siempre) y a veces de sobremanera cuidadoso. Y mi mujer sería la que hay que frenar y en muchos casos nos empuja sorprendentemente en la buena dirección. En ocasiones es una virtud de su personalidad. Otras veces es básicamente la bomba hormonal que explota en el interior de una mujer y le provoca un despiadado deseo de comer chocolate, llorar o, en lo que nos ocupa, tener un infante.
Por ello diré que fue la mezcla de esperar al mejor momento y la biología.
Cuando por tercera vez arremetió con su sonrisa, entre malévola y embelesadora, contra mi resistencia respaldada por explicaciones sobre la situación económica y las complicaciones de tener un bebé en el extranjero, caí del burro y me di cuenta de que no hay momento perfecto y que yo quería ser padre hace tiempo. Además pensé que no puede ser nada bueno rechazar y aplacar la llamada de la maternidad de una mujer joven y saludable por razones que además de vagamente analizadas no eran del todo ciertas. Básicamente había necesitado las 2 veces anteriores para entender que no había un momento mejor y mentalizarme.
¿Entonces planeamos tener un hijo? No. Basicamente lo dejamos en el poder del azar. Y no nos preocupamos cuándo era más posible ni utilizamos aplicaciones de nuestros teléfonos para calcular porcentajes. Nos dejamos llevar y nos regocijamos en la despreocupación de emprender el camino definitivo que da sentido a nuestra vida y de mayor responsabilidad que hasta mis 20 años, paradójicamente, siempre fue típico de irresponsables.
No llevo mucho tiempo conociendo al producto de mi simiente, pero mientras escribo esto en el salón , tranquilo, y él duerme en la habitación, he de confesar que, sin su presencia, puedo notar un huequito vacío que me carcome en mi interior.

sábado, 4 de noviembre de 2017

Esa península que no abre sus ojos

Igual no es un adiós. Igual es un hasta mañana.
Se trata de sentimientos encontrados...
Quizás alguien tenga que salir de la cueva para experimentar la realidad y volver después a abrirnos los ojos contándonos lo que hay fuera, más allá de las sombras medievales que refleja en la pared el fuego detrás nuestro. Figuras de coronas, de realidades tergiversadas, de amenazas pacíficas y de quimeras que se descomponen por su inestabilidad inherente.
Para que hubiera un cambio, siempre tuvo que dar alguien el primer paso. Sócrates, Zaratustra,...
Por desgracia, como costumbre de la sociedad, la reticencia al cambio causará rechazo a las enseñanzas y novedades que nos traigan desde fuera, desde la experiencia aprendida. Pero debemos acoger esas enseñanzas en el instante que estas lleguen. No aplicarlas literal e inmediatamente, sino escuchar, aprender, moldearlo a nuestra condición y aplicar lo que nos ayude a avanzar. Pues no existe experiencia negativa, sino oportunidad de aprendizaje perdida.


El problema de la península ibérica es que no sabemos ver el todo sin mirar antes nuestro ombligo. Existe odio y malestar entre las distintas etnias que componen a nuestra tierra rica en cultura, lengua y tradiciones. Y este odio es reforzado por la clase política (y, desgraciadamente, aún por sus reyes) que sabe que siempre fuimos un pueblo movido por la pasión y la sinrazón. Cuando aprendamos a disfrutar y querer nuestras diferencias, porque son la clave de nuestra idiosincrasia como conjunto, entonces, y sólo entonces, podremos vivir en una España orgullosa de ser plural, multicultural y ejemplo para todo el mundo. Sólo si dirigimos nuestra pasión en la dirección correcta.


Hasta entonces, matáos entre vosotros, "ibéricos", por iros, por prohibir irse, por quedaros. Yo, nieto de víctimas del hambre, el dolor y la miseria que dejó la guerra, aún conozco de primera mano lo que fue porque me lo contaron.
Parecerá pretencioso, pero la historia se repite. Sólo hay que dejar pasar el tiempo y olvidar. Espero que no vuelva a ocurrir.

sábado, 2 de septiembre de 2017

De la evolución natural de las sociedades su hipocresía inherente

¿Creéis que el instinto y nuestra naturaleza influye en la sociedad y como nos comportamos? Es innegable pero, ¿en qué grado?
Es cierto que el comportamiento de las personas socialmente hablando ha cambiado según la corriente filosofica y cultural que ha influído cada civilización desde tiempos remotos. Los pueblos se han mezclado y relacionado. Algunas veces por medio, por ejemplo, de comercio pacífico. Otras, desgraciadamente, por medio de las invasiones llevadas a cabo por generales o dictadores megalómanos resultando con la muerte y desgracia de miles o millones de personas. Y digo desgraciadamente porque se trata de la imposición de leyes y moral a base de sufrimiento y dolor y, en la mayoría de los casos, implicando una desigualdad política y social enorme entre los victoriosos y los vencidos. Aunque el resultado sea (según los valores de cada cual, o cada sociedad) moralmente aceptable o mejor que el anterior. Como ya digo, esto es relativo, no sólo a la sociedad, sino también a la época de la que hablemos. Si el fin justifica los medios, es algo que vosotros mismos habéis de saber. Yo no entraré en ese tema ahora mismo, pues mi objetivo no es hablar de si una sociedad es más respetuosa o menos, o si la sociedad romana era mejor que la griega o la fenicia. Me gustaría centrarme en la controversia que supone la aplicación de leyes morales en la sociedad, en si es beneficioso y sus consecuencias.

Los seres humanos somos animales. Razonamos y esto nos hace "superiores" al resto de seres vivos sobre la faz de la tierra. Y lo pongo entrecomillado porque para muchos este don o esta capacidad nos hace, a la vez, menos humanos paradójicamente. Cuando tratamos la humanidad como bondad, misericordia y ayuda al prójimo. Pero en realidad, como todo ser vivo, nuestro objetivo es la supervivencia y la transmisión de nuestros genes a las generaciones posteriores. Ahora bien, nuestra humanidad nos obliga a ser condescendientes y respetuosos con nuestros prójimos y con otras seres vivos... hasta que surge nuestro animal interior para defender nuestra estirpe, nuestra familia, nuestros intereses de supervivencia o nuestra especie. El miedo a lo desconocido tiene como consecuencia inmediata la aniquilación de aquello que nos asusta o, por lo menos, la aniquilación de la sensación misma poniéndonos a salvo de esa supuesta amenaza. Puedo estar hablando de una araña inofensiva, de mantenerse a una altura peligrosa o de una persona amenazando con un arma. Y ¿a qué viene todo esto? Las leyes fueron creadas para cumplirlas. Antiguamente estaban unidas a leyes religiosas y lo siguen aún en algunos países. Éstas se crean para una mejor convivencia en la sociedad. Para evitar que la gente robe. Mate. Explote a otras personas. Para ser exactos, para que la gente tenga miedo de robar. Matar. Explotar. Pero también para que cumplan con obligaciones impuestas por la sociedad. Para que trabajen unas horas determinadas. Para que cuiden del mobiliario público. Para que sus hijos sean educados en la cultura y moral propia de su sociedad. ¿No está penado evitar llevar a tus hijos al colegio para una educación básica? Hablamos muchas veces de sociedades libres porque pensamos (o nos hacen pensar) que somos libres y que lo que se hace, ya de un modo automático, es algo lógico y aceptado moralmente. Hasta tal punto de que se ataca y demoniza a aquel que no es igual y "hace lo que debe hacer". La sociedad misma se transforma entonces en víctima y verdugo de sus individuos.
No entraré en la posibilidad de esquivar estas leyes, hacer que tus hijos se críen en otro tipo de ambientes o que para algunos sea más fácil salir impunes después de haber cometido atrocidades, muchas veces gracias al poder adquisitivo. Son fallos (o no) de ese sistema social contruido para una convivencia pacífica. Pero funciona con la mayoría. La gente no mata, no roba o no viola. ¿Por miedo a las consecuencias sociales? ¿Quizás por supervivencia? Las consecuencias sociales influyen directamente en la supervivencia. Nadie quiere estar en la cárcel hasta la muerte, o 20 años perdiendo la juventud entre rejas.
Se puede sacar la conclusión de que la sociedad crea unas reglas en conjunto para controlarse a sí misma y suprimir su instinto natural, por lo menos hasta cierto punto.
Ahora bien, existen muchos tipos de sociedades. Muchas culturas. A cada cual más  o menos primigenia. Más o menos políticamente correcta. La cuestión inevitable es cuál de ellas es mejor para el ser humano. ¿Es mejor la que respeta nuestro instinto antes que el bienestar general? ¿Es el bienestar general algo inmutable? ¿Quién decide cuáles han de ser las consecuencias de romper este bienestar general?

Desgraciadamente nos encontramos en un mundo repleto de sociedades hipócritas que hablan de respeto al prójimo pero actúan macroscópicamente a su vez según sus propios intereses como si se trataran de individuos. Niños pequeños que luchan por conseguir la piruleta más grande y que son capaces de hacer la zancadilla a aquel que se interponga en su camino. O de aplastarle la cabeza a aquel que ya se encuentra inmóvil e indefenso tirado en el suelo. Sólo para llegar un poco más alto o evitar tener más competencia. Pero, ¿cómo es posible que existe un bienestar sabiendo que estamos destruyendo otras sociedades y con ello matando de hambre a otros individuos, violando los "derechos humanos", robando la riqueza de sus tierras,...? Las sociedades, como he dicho, se retroalimentan con su propias leyes y su moral. También se crean formas de evitar que la gente se pregunte por qué viven tan bien y otros tan mal. Por qué muere tanta gente de hambre en el mundo. La diversión, el ocio, el consumismo, las mentiras que borran el principio de conservación de nuestra propia especie sabiendo que somos tantos en el mundo. Y unas cuantas ONG que por un módico precio al mes limpian nuestros pecados y nos ayudan a lidiar con nuestro mal estar y la culpabilidad. Unos pocos invierten más y otros menos o nada. Unos arriesgan sus propias vidas y otros prefieren alegar que ayudar no sirve de nada o que el dinero se usa para otros fines que no divulgan.

Una vez mencionada esta drogadicción de las sociedades para inmunizarse contra su propia hipocresía respecto a otras, paso a los individuos dentro de una sociedad concreta y me gustaría centrarme en las costumbres.
Las costumbres, como bien se definen por sí mismas, llegan de tiempos anteriores repitiéndose y pasando de generación en generación. Muchas de ellas han cambiado muy poco, y otras son totalmente distintas o han sido eliminadas por muchas causas distintas. En lo que nos atañe, aplicaré la razón que viene por imposición social. Modificación o elminación por no ser moralmente correcta.
Por tomar un ejemplo conocido para la sociedad a la que pertenezco por nacimiento, hablaré de la tauromaquia. Es algo cultural que se lleva haciendo desde hace muchos años y supongo con muchos cambios en sus costumbres. Tiene cierta gracia que lo que muchos españoles ya no aceptamos, o incluso, criticamos fervientemente, es atractivo para otras muchas culturas y no siempre mal visto. De hecho a veces puede llegar a ser incluso alabado.
Existen leyes contra el maltrato animal, las peleas de perros o gallos. Se prohíbe matar animales para consumo humano si no se respetan algunas normas. ¿Estáis pensando lo que estoy escribiendo ahora mismo? Hubo hace tiempo alguien que escribió cuál era el modus operandi legal y, probablemente, moralmente aceptado, para matar un animal. Lo hay para utilizar fertilizantes en el campo (con consecuencias nefastas en muchas especies cuya existencia, por supervivencia, no nos interesa prorrogar. Por supervivencia. ¿Es necesaria la creación de excedentes que más tarde van a parar a la basura por no ser vendidos o consumidos? Poca gente ve lo que pasa con la basura una vez desaparece en el contenedor de su casa. Pocos saben dónde va a parar ese plástico que cubre el nuevo dispositivo, o aquella bandeja de embutido.
Reciclaje. Aquella mentira que queremos (o nos quieren) asegurar que debemos conocer y aprender. Hemos de acostumbrarnos, hacerlo día a día. Hablaba antes de la donación a una ONG o la visita a un país pobre en ayuda humanitaria como un modo para la limpieza de nuestra culpabilidad por tener todo cuando otros no tienen nada. Es decir, la expresión más clara de la solidaridad humana que aún tenemos pero por interés suprimimos gracias a otros incentivos de ocio y comodidad. Pues bien. Cuando se habla de ecología y respeto a la naturaleza, y la sociedad abre los ojos viendo la cantidad de residuos que se generan y las consecuencias de los mismos, esta misma exige de algún modo que se acabe con esto. Que se encuentre una solución. Esta solución lógicamente no ha de ser la mejor o la más respetable, por lo menos si se puede ocultar. Ni qué decir vista desde el punto de vista de una persona que vive a miles de kilómetros del lugar con una cultura distinta. Pero es una solución que respeta nuestros valores como sociedad consumista. El reciclaje. Nadie quere dejar de consumir pero sí se necesita hacer algo para el bienestar social. Ver que se toman medidas para ello. El reciclaje es una invención necesaria en una sociedad consumista que mitiga el mal estar de la mayoría y permite la continuidad de este estilo de vida, egoísta y autodestructivo.

Con los avances tecnológicos cada vez somos más conscientes de que, aunque podamos moldear cada vez más cosas a nuestra voluntad, todo tiene consecuencias. Afortunadamente algunos de los errores que se cometieron por desconocimiento de esas consecuencias se evitan activamente actualmente. O se han tomado las medidas oportunas para reducir las posibilidades de que ocurra una catástrofe. Y cuando digo catástrofe, me refiero a algo que afecte directamente a la especie humana. Paradójicamente, los avances tecnológicos van unidos a la investigación de métodos más eficientes de tener la supremacía frente a otros. Lo que supone esclavizar, robar, aniquilar a nuestros iguales para conseguir lo que nos interesa. Y esto, señoras y señores, en mi opinión, es una evolución natural equilibrada y que corresponde a la evolución social. Nadie desea una guerra, pero tampoco morir o que le quiten lo que "les pertenece". Y aquí entra de nuevo el miedo, asustar a la sociedad con el peligro de perder a sus seres queridos, lo que poseen, sus comodidades. Entonces la guerra se convierte en una forma legítima de defender tus intereses. Todo suena mejor cuando "defiendes tus principios, tu familia, tus posesiones". Pero en muchos casos se trata de "atacar para extraer los bienes necesarios de otras sociedades para mejorar o mantener nuestra comodidad, sobrevivir y que nuestros seres queridos vivan dignamente".

A diferencia de los animales, las sociedades humanas necesitan esa parte psicológica que acalle la parte racional cuando se trata de respetar los principios mas instintivos de la supervivencia.
No se trata de una sociedad enferma, se trata de grupos de animales con capacidad de raciocinio. Es algo natural y que ocurre a cualquier nivel, pues lo mismo se puede hablar de la Familia de Menganito, como del barrio de la Calle de Arriba, del pueblo de al lado, de un país, de un grupo religioso, de una sociedad de empresas o incluso de un club de amantes de los delfínidos.

Es interesante mirar atrás, leer libros o documentos o ver videos de tiempos pasados donde la realidad era distinta a la actualidad y ver las diferencias tan enormes que existen. Lo que antes nos parecía una sociedad enferma es ahora mismo normal. La manifestación de una idea que antes parecía lógica y respetable, puede ser actualmente razón suficiente para acabar preso con una de las peores condenas.
Esta evolución social resulta cuanto menos interesante. Sea la dirección que sea la que tome, siempre habrá un influencia de nuestra naturaleza en la sociedad pero difícilmente podremos borrar lo que somos y reiniciar eliminando nuestro instinto de supervivencia. Siempre existirá controversia y habrán sociedades con las que comparar y para criticar o alabar. Pero el punto al que quiero llegar es que esta evolución social, de un modo u otro, da vueltas sin fín alrededor de un punto común. Todo cambia, para bien o para mal, mejorando o empeorando la interrelación de unas comunidades con otras. Pero la supervivencia propia y de los tuyos siempre estará por encima de cualquier movimiento social, industrial, político o de cualquier otro tipo.

                  
Creo que muchos olvidan que seguimos siendo animales. Si en el renacimiento se ensalzaba la figura humana y la antropología, creo que ahora estamos en la deshumanización y el ataque a las costumbres e instinto animal. Y digo deshumanización en el sentido de que dejamos de ser animales humanos para ser ositos gusiluz veganos, asexuales y pacíficos                      
Es una vergüenza y va contranatura, el desarrollo de nuestro cerebro nos va a dar cada vez más dolores de cabeza (nunca mejor dicho)

martes, 25 de abril de 2017

De la simbiosis necesaria para la evolución social

Se trata quizás de algo infinitamente coetáneo. De algo de lo que el presente, no puede deshacerse.

Antes de seguir divagando en mi pensamiento, debería aclarar de lo que hablo para que el lector no siga, sino que me acompañe en la exteriorización de mi pensamiento.

Evolucionar y estar en continuo cambio. Esto se puede aplicar a muchas cosas. Pero ahora voy al grano y dirijo toda mi energía hacia el entendimiento de la evolución social y sus normas no escritas.
Es como una enfermedad que combatimos de continuo. Con gran esfuerzo, grandes revoluciones y choques colosales entre naciones, pero que a su vez se ven representadas en el más pequeño de los detalles que se entreven al analizar, por ejemplo, un saludo entre dos personas. Imágináos la cantidad de factores que podrían volatilizar la opinión preliminar de una persona sobre una escena concreta de la vida cotidiana si sólo cambiásemos los detalles. Un saludo entre una mujer y un hombre. Un saludo entre un extranjero y un nativo. Entre un homosexual y un heterosexual del mismo sexo. Entre un ciego y una persona sin ningún tipo de problema de diversidad funcional. Ya no hablemos de cambiar el lugar del encuentro o el tiempo que hace. Pero no quiero entrar en la parte meteorológica.

Es una enfermedad crónica que evoluciona y convive con la incapacidad de la humanidad para sentirse saciada. Pero no se trata sólo de las ansias de saber y conocer nuestra procedencia o nuestro futuro. Yo hablo más de la parte social. De cómo la rueda que es la humanidad intenta seguir adelante, porque así lo dispone su naturaleza, esa inercia de querer saber y mejorar nuestra convivencia social, ese creer saber qué es lo mejor. La lucha contra lo "anterior", lo "retrógado", y la búsqueda del bien para todos, el convivir o la mejora de la sociedad. Pero, esa rueda que gira sin parar, se frena también y tiene una fricción. La parte de la sociedad que está acostumbrada y prefiere abandonar ese ánimo evolutivo y vivir un papel más pasivo y derrotista, luchando por la estabilidad de lo que ya existe y la desaceleración de esa rueda que escarba y tiene la voluntad de seguir rodando.

Me resulta difícil encarar este problema en mi realidad diaria. Cada vez que tengo una idea moderna, que invita al cambio. Cuando alguien me influye y me "contamina" con una idea aparentemente positiva. Y me afecta tanto que intento llevarla a cabo y emplear todas mis características adquiridas por el aprendizaje que implica vivir y madurar. Pero esa misma madurez me recuerda que "una vez" ya intenté algo parecido y alguien me detuvo. O me puso una zancadilla y caí con el dolor que eso conlleva y el esfuerzo subsiguiente necesario para volver a levantarme. O simplemente veo escenas diarias a mi alrededor, escucho noticias o gente conocida, amigos o familia  que me cuentan experiencias que me desaniman y reducen mis ganas de actuar.

Volviendo a las personas que se saludan... Es totalmente desconcertante cómo los prejuicios pueden destruir tus pensamientos o tus intenciones instantáneamente. Pero por eso debemos entender que esa parte de la sociedad es como un actor que representa una obra basada en el pasado y que existe otra parte que bulle desde lo profundo desestabilizando lo cotidiano y lo corriente. Estos papeles protagonistas defensores de lo cotidiano o los revolucinarios pueden ser representados por cualquier persona o grupo teatral. Una mujer puede aún defender ser pegada por su marido como mandan los cánones de una sociedad patriarcal que subyuga a la mujer. Un hombre puede permitir ser objeto de diversión de otros machos alfa que presuponen que hay que ser duro y que tener sentimientos o mostrarlos indica debilidad. Un niño puede regalarte la mejor de las enseñanzas en un inocente comentario. Un perro que acompaña a su dueño durante toda su vida puede demostrarte el valor de la compañía.
El trabajo de un actor es recordar lo aprendido y repetirlo hasta la saciedad. Hasta que a nadie más le interese ver su obra. Hasta que quede en una anécdota, en algo que pueda inspirar nuevas historias.
Y ahí está la clave del éxito. El éxito de la evolución de nuestra sociedad se basa en conseguir que esa obra deje de representarse, dejando de prestarle atención sin olvidar qué aprendimos de ella. Fijándonos en lo que nos impulsa hacia delante tomando tierra en lo que ya conocemos y queremos cambiar. Porque, afortunadamente, o desgraciadamente, para que esa rueda siga avanzando, ha de existir rozamiento.

jueves, 23 de marzo de 2017

Aniversarios consecuentes

Cada vez más nos levantamos por la mañana y escuchamos en los medios que se trata del aniversario del ataque terrorista en tal país, o del día que hace cinco años de la bomba en la estación de cual ciudad europea. Es triste y me apena que esto ocurra cada vez más a menudo y envío mi más sincero pésame a todas esas personas que han perdido a sus familiares y amigos en estos ataques.

Pero no me he puesto a escribir esto para condenar el terrorismo. Esta vez dirijo mi atención al hecho de que todo se olvida y se repite.

¿No os habéis preguntado nunca dónde han quedado los aniversarios de otros atentados, como en el caso de nosotros españoles, los de ETA? ¿O de otros atentados o accidentes con gran número de víctimas que hayan ocurrido hace años, antes de que hayamos nacido? No es raro escuchar una noticia de un accidente, un derrumbamiento de piedras, un tren descarrilado, un accidente de coche en una curva peligrosa donde han ocurrido accidentes anteriormente o que estén relacionados directamente con otros accidentes y que sólo se vuelven a recordar, desgraciadamente, debido a los nuevos que se solapan. Pero si no ocurre nada, se trata de casos que quedan en el archivo hasta que pueden ser utilizados de nuevo como ejemplo, comparación, denuncia o con fines sensacionalistas. Pero queda una cosa clara. Se perdió su recuerdo entre papeles archivados. Unos pocos lo recordarán porque fueron afectados. Otros porque les marcó de algún modo. Otros por cercanía a lugar donde aconteció.

Una de las razones por las que pasa esto, supongo, sea el cambio de poder, los mandatarios, las leyes, los golpes de estado, las guerras,... Las guerras. ¿Qué ocurre con las guerras?
Se celebran victorias que ocurrieron hace cientos de años. Guerras que seguramente en su momento implicaron el desasosiego de la población, la tristeza y la penuria que implica un acto beligerante. Pero se trataban de guerras de amplicación de fronteras. Unos querían más, otros querían mantener lo que era suyo.
¿Se celebrarán las victorias de EEUU en Irak? No. Va contra la moral celebrar una guerra de dudosa legalidad, si es que aún existen dudas sobre las verdaderas razones por las que la guerra se llevó a cabo. En este caso se hacen grandes eventos de recuerdo a las víctimas por ataques "terroristas" como el de las torres en Nueva York. Se recuerda lo que interesa para poder controlar a las masas. Se potencia lo que refuerza la idea de que fue lo correcto provocar una guerra, invertir en defensa cantidades desorbitadas de dinero. Para controlar la ira de los que perdieron a los suyos. La ira de los patriotas. La ira de los ignorantes que se dejan llevar por los medios de comunicación y no intentan llegar a la raíz del problema por sí mismos.
En la novela 1984 se habla de como un dispositivo gubernamental controla lo que se ha de recordar y y lo que no. Básicamente, aquello que no interesa recordar, desaparece. Pero se repite con extrema asiduidad lo que se ha de odiar, lo que se ha de recordar. Y, lo queramos o no, los medios de comunicación son una espada de doble filo. Todos queremos saber la verdad, y creemos en la veracidad de tal o cual grupo de prensa. Pero, aunque sean noticias con distintas fuentes, son también controladas por uno u otro ente, cuya identidad se difumina en cuanto más profundo se investiga.

Por todo esto, cada vez que veo las autoridades políticas de uno u otro país haciendo presencia en las distintas manifestaciones o en los entierros o en los aniversarios... siento una mezcla de pena y rabia.
Son ellos mismos los que provocan esos atentados, promocionando las ideas de que hay que luchar contra un enemigo común llamado Islam, a miles de kilómetros de distancia, para que nuestra "Europa, pacífica y libre" siga manteniendo los valores de la democracia y la igualdad. Invierten en defensa con nuestros impuestos, tiran bombas pagadas por nuestros impuestos en un país que no tiene culpa de encontrarse en medio de tantos otros países con intereses propios en su tierra. Destruyen familias, pueblos, etnias. Esas familias rotas, personas que han perdido todo, se radicalizan (¿Acaso es extraña una reacción así?), enseñan a sus hijos y nietos lo que ocurrió, su experiencia personal. Ellos mismos viajan a Europa y "atentan" contra nuestra libertad matando gente "inocente" que pagó con sus impuestos las bombas que mataron a su pueblo. Incluso europeos viajan al este para aprender y volver más "radicalizados" pero con la ciudadanía europea o la nacionalidad del país donde nacieron. Pero con sus raíces claras.

Mezcla de falsedad, hipocresía, ignorancia interesada e indiferencia dirigida. Llena su voluntad de esta mezcla deleznable, asisten las autoridades políticas, los artistas, los famosos, los funcionarios, los ciudadanos. Llenos de hipocresía acuden todos a la manifestación organizada para demostrar su desprecio a los atentados, fruto de la lejana guerra que ellos mensual y religiosamente subvencionan con sus impuestos.

miércoles, 8 de febrero de 2017

Idiomas "más" evolucionados

He mantenido a menudo discusiones con orgullosos defensores de sus lenguas o dialéctos en España o en Alemania y hace poco he visto un video donde se afirmaba que el Andaluz era una evolución del Castellano y se defendía a los andaluces de la creencia popular de que un andaluz es vago, inculto, ingénuo, graciosillo,... Además se dice categóricamente que más de 400 millones de hispanohablantes en el mundo hablan andaluz por la mayoría numérica de mujeres andaluzas que había entre los colonizadores de las Américas.

Yendo por puntos, creo que ciertamente cualquiera de los "idiomas" o "dialectos" que no estén regularizados por una institución del lenguaje, como el caso del castellano con la RAE, son lenguajes que evolucionan más rápido. 
¡Ojo! No más evolucionados. Pero sí evolucionan (cambian) más rápido porque no tienen trabas que "obligan" a formar parte de un todo, y por tanto recuerdan siempre que se escribe o se dice de una forma en particular.
Me explico: Todos los idiomas evolucionan continuamente. Esto es innegable. Pero ¿quién puede medir si una lengua está más evolucionada que otra? ¿Es de verdad el andaluz una evolución del castellano? Perdón, pero eso me parece insultante. El Andaluz es, en mi opinión, una lengua romance que ha ido evolucionando paralela al castellano y a los otros lenguajes o dialectos que han convivido con él en las fronteras. Así que decir que una lengua está más evolucionada que otra, me parece una estupidez. Y añado que incluso el andaluz está influido de sobremanera por el castellano de la península ibérica porque no existe un compendio oficial (que yo sepa) que una a todas las "lenguas" andaluzas (o por separado) con normas ortográficas o de pronunciación, desgraciadamente, haciendo que evolucione de una forma totalmente dependiente del centralismo lingüístico que viene ya de años de Alfonso X el Sabio. Quiero decir, si un andaluz escribe una carta oficial o realiza un examen, escribe castellano, ya sea por obligación o por querer ser entendido por el resto de hispanohablantes.
En todos los países ocurre lo mismo. Pero al final siempre hay un idioma común que todos pueden hablar y es necesario para el entendimiento mutuo. La batalla la ganó el castellano hace tiempo. Igual que en Alemania se habla el Hoch Deutsch y en Inglaterra el inglés. Que existen otros idiomas es verdad, y me parece bien que se esté orgulloso de ello y lo respeto. Pero una cosa estar orgulloso de algo y otra menospreciar otros idiomas con el comentario "es una evolución del Castellano". Como si unos idiomas estuvieran al rebufo de otros. Se trata de una relación de evolución paralela y simbiótica.

 
Y respecto al tema de la incultura... en Andalucía han nacido muchísimos artistas, escritores, poetas,... etc que demuestran que no es una tierra de incultos. Sin embargo también es cierto que la riqueza fue repartida en andalucía (latifundios) de un modo mucho menos equitativo, lo que provocó un porcentaje más alto de analfabetismo en la población, por el trabajo en el campo y las tierras de los pocos señoritos que todo lo abarcaban. Además siempre se ha invertido más en otras regiones tirando hacia el norte que en el sur. Y se ha mantenido el vivir más del cultivo y el trabajo de la tierra que de la industria, lo que significa mucha mano de obra barata que trabaja para un patrón al que le pertenece la tierra.
Aún así, es una lengua con un vocabulario mucho más rico y posiblemente más económico a la hora de hablar que el castellano. Pero también, preguntemos a esos 400 millones de "hablantes de andaluz" si hablan andaluz. Si los propios andaluces no aguantan los acentos de sus vecinos, y alardean de tener el mejor acento, ¿cómo se atreven a decir que 400 millones de personas hablan andaluz? Ahí va mi última pregunta... ¿Qué andaluz hablan? ¿El de de Cái, el de Huerva o el de Sevilla?

jueves, 6 de octubre de 2016

Indiferencia o interés

Según mi opinión hay siempre una época donde uno se acostumbra a hacer de los desconocidos amigos temporales. De las ocasiones especiales la rutina y de los amigos la última elección.

Cada vez hago más cosas espontáneas. Me cuesta hacer planes fijos, quiero decir, planeo estar en un sitio como si se tratara de una región con cierto radio de acción. Y hago planes con la gente según me encuentre o las ganas que tenga. Esto es sólo una reacción a la costumbre actual de cancelar los planes o retrasarlos en el último momento gracias a la tecnología que nos rodea.

Llevo soltero un tiempo y he aprendido algunas cosas después de vivir sólo hasta ahora (aunque me cueste reconocerlo, se echan de menos algunas cosas de las relaciones sanas, al fin y al cabo somos seres sociales).

Quería hablar de hacer planes con la gente en general. Uno intenta asegurar que no está sólo o tener diversión en el futuro próximo, sobre todo, con el fin de relacionarse y pertenecer a la red social por medio de los planes. Es como ahorrar para comprar algo. Con esto se evita un problema, una molestia y a cambio se invierte en una amistad o en compañía para que repercuta positivamente en nuestra salud.

Desgraciada o afortunadamente creo que planear está sobrevalorado. En mis últimas experiencias (quizás debido a mi juventud o al tiempo en el que vivimos con redes sociales de todo tipo) he aprendido también que se pueden conseguir beneficios cuando reina la espontaneidad.

He conocido gente y he podido pasar más tiempo con ella, tal como yo deseaba en ese momento, sin tener que ceñirme a un horario fijo, es más, compartiendo los planes de otra persona como un observador y un participante de un juego donde se desconoce cuál es la siguiente prueba. Sin cumplir órdenes que mi anterior yo, aquél yo días o semanas menos evolucionado, creyó oportuno establecer. Que pensó que sería la mejor forma de pasar el tiempo y me llenaría de esa felicidad calculada con factores totalmente variables y nada fiables. ¡Es una locura! ¿Cómo podemos encarcelarnos con promesas y planes de por vida? Sin preguntar a nuestro yo futuro qué es lo que él necesita en ese momento. El mundo está lleno de personas, si contamos sólo el factor humano, que pueden provocar un cambio en tu pensamiento como lo provoca un trago de alcohol en tu coordinación corporal.
Tu forma de ver o vivir las cosas cambia gradualmente o de repente. Y también te ves en el momento sin tener necesariamente las ganas para hacer lo que tenías planeado. E igual no te haces la pregunta de "quién te manda hacer planes por tí mismo", y sí te culpas o te sientes mal y decides abandonar o seguir y "cumplir". Implicando que ni tú te lo pasas bien desde un principio ni tampoco los que te acompañan... aunque puedes tener suerte y llegar a pasarlo bien, pero es un riesgo que has de tomar. El punto al que me refiero es al mal comienzo en sí y a todo lo que puede cambiar la situación respecto a cómo nos la habíamos imaginado antes. Debido a una gran cantidad de variables como el factor ambiental, los cambios bruscos, la salud, las noticias y novedades, la salud de los tuyos, el ánimo de aquellos a los que quieres...
¿Para qué vas a hacer planes que oprimen tu libertad y causan estrés y dolores de cabeza? ¿Merece la pena? ¿Nunca habéis tenido la sensación de haber hecho un plan tan lejano que con el tiempo se ha convertido en ideal y cuando llega el momento te esperas mucho más de lo que realmente de deberías esperar, suponiendo un fiasco?

He notado que últimamente tengo miedo a "quedar" con demasiado preaviso. Si me preguntan contesto que no sé si podré. Como mucho digo que es "mi intención" acudir o me apetece... Pero quién sabe "si pasa algo antes". ¿Miedo? ¿Desconfianza de la gente? ¿Falta de planes que realmente te gustaria hacer? Quizás sea más una defensa de las esperanzas rotas. De que las personas tengan en sus manos tu estado de ánimo. No quiero alegrarme porque voy a ver a alguien. He tenido suficiente de estar sólo al final porque no viene la gente con la que he quedado o que rompan filas antes de tiempo. Prefiero no quedar. La ventaja es clara. Puedo hacer lo que quiera cuando quiera, quizás con un esfuerzo temporal y económico más alto. Desventaja puede ser que la gente deja de contar contigo... ¿no?

En las condiciones en las que me encuentro, las ventajas son más. O mejor dicho, las desventajas se convierten a su vez en ventajas. Como he dicho, somos animales sociales. Necesitamos sociedad y tenemos miedo a perderla porque implica desasosiego, intranquilidad.

Cuando eres tan espontáneo, la gente te tacha de incalculable, difícil de "pillar", inestable. Pero siempre hay conexiones, gente con la que te entiendes mejor y te valora. O simplemente gente que sí desea estar contigo y compartir contigo su existencia. Por egoísmo, por naturaleza, por interés o por diversión. Pero al fin y al cabo por interés propio. Porque les provocas bienestar. Esto es mutuo, lógicamente, o mejor dicho, sin especificar, en la mayoría de los casos ocurre contigo también. Necesitas la presencia de la gente, o de cierta gente en tu vida. Y aquí, y sólo aquí llega el momento del compromiso. Sí... acepto la necesidad del compromiso. Pero enumerando los factores que han de existir y las condiciones que se tienen que dar.

Si existe "feedback". Retroalimentación. Entonces se trata de una relación sana. Si la gente de verdad quiere que estés presente en su vida hará que sus planes sean hasta cierto punto dependientes de los tuyos. Tu debes desarrollar la inteligencia para saber cuándo la gente quiere de verdad formar parte de tu vida y siente que tú eres sano para ellos.

Si alargan tanto el tiempo para ajustar sus planes hasta que tú tomas una decisión o defines tus intenciones, se trata de una persona con interés en construir, cultivar, desarrollar o simplemente, mantener una relación contigo. Ya sea  amistad, amor, laboral o simplemente conveniencia. Es tu decisión aceptar  las condiciones del "contrato" una vez has conseguido leerlo. Sin metáforas... Es tu decisión aceptar o no lo que se te ofrece una vez has conseguido determinar y valorar qué es lo que estás a punto de adquirir, según tu instinto o experiencia.

Planear es sano cuando se hace con responsabilidad y se es consecuente.
Mi consejo... no encierres tu futuro tan pronto si no lo tienes seguro y mantén siempre un trozo de libertad o una ruta de escape que puedas moldear con la creatividad y el ingenio que nos diferencia de otras especies. Desgraciadamente, necesitamos cosas más complicadas para ser felices porque somos máquinas dependientes del prójimo. Aprende a controlar y reducir esa dependencia. Porque toda dependencia puede llegar a ser mortal.