lunes, 23 de noviembre de 2015

Paradoja - Capítulo 1 - Una noche movidita

5 de noviembre del 2010.
11:23 pm. En la frontera con Alemania.

Las últimas noches en Praga fueron un poco duras. Demasiado loco chupasangre. Fran al menos tenía las ideas claras, y tampoco le gustaba compartir sus noches con la multitud.

Hoy había escogido hacer autostop, una forma bastante extraña para viajar. No solía hacer algo así, pero tenía que permanecer cuanto menos tiempo en esta zona. Estaba infestada. Después de 3 horas de viaje le dejaron en un pueblo llamado Petrovice, cerca de la frontera.

Siempre iba acompañado de Pelos. Un hurón un tanto especial al que le gustaban las pasas y sentarse en su hombro mientras iban paseandose por toda Europa. Pero Fran era un despistado, y como no pocas veces, se olvidó de su mascota al salir del coche. Y siguió adelante a buscar algo que hacer aquella noche.

Andando por la calle y cruzando el pueblo, que aunque pequeño, tenía algo de vida por la noche, llegó a las afueras preguntando por un parking, donde "habría dejado su coche". Esto hablando un ruso bastante básico, que aprendió en la segunda guerra mundial. A veces probaba con el Alemán. Se le daba mejor. Y la gente de aquí parecían tener una influencia bastante grande de parte germana... Seguramente muchos alemanes cruzaban las fronteras para conseguir algunas cosas por precios más bajos y muchos de sus habitantes vivían con sueldos del otro lado de la frontera.

Caminando por la acera vió a alguien que se encontraba en el suelo. Un joven yacía bocabajo. Al acercarse vió que sobre todo lo que estaba era borracho. Le miró los bolsillos encontrando unas llaves que parecían ser de su hogar, una cartera y unos condones, de poco interés para su vida actual. El joven no era capaz de contestar a sus preguntas de quién era, o dónde vivía. Lo más que llegaba a hacer era balbucear.

Levantó al joven y lo empezó a arrastrar a otra zona mientras el joven medio dormitaba. Un minuto más tarde, Fran recibió una patada por la espalda, a lo que tiró al joven al suelo y dándose la vuelta, preguntó al otro individuo, que supuestamente le había propinado la patada, qué se supone que estaba haciendo.
-Es mío, vete antes de que te meta una paliza.- gritó.
Fran le pidió que se fuera, que de todos modos no lo necesitaba para nada especial. Pero el chico le volvió a golpear. Fran se defendió, y cuando vió el otro, que no podía con él, salió corriendo hacia las afueras del pueblo.
Fran, sin dudarlo le siguió 4 o 5 km más allá de lo que se podía considerar zona habitada hasta que lo perdió al meterse en un campo frondoso poco cuidado. Maldita sea, me acaba de confirmar su naturaleza...
Vio que había una casa al otro lado de la carretera por la que habían seguido corriendo y se acercó a la casa.
Cuando se estaba acercando, oyó un disparo. Alguien se atrincheraba con un fusil en lo alto de la casa.

Fran echó a correr hacia la casa. Cuando se estaba aproximando le salieron dos chicos a su paso. Llevaban ropas bastante maltratadas. Rajadas de arriba a abajo. Eran dos chicos de pelo rubio castaño largo bastante descuidado.

Fran intentó entablar conversación con ellos, pero el bate de béisbol que asomó uno con su mano derecha, pareció dejar bastante claras las ideas de ambos. Fran se defendió de los primeros intentos para acobardarle y pensó que sería necesario utilizar su garra para acabar con ellos cuanto antes. Porque no se trataba de humanos.

La pelea estaba bastante igualada pero no podía arriesgarse a algo así. Se trataba por lo menos de tres vampiros.
Echó a correr en dirección a la carretera pero pronto llegó el que estuvo persiguiendo al principio justo delante suyo. Todo pintaba que la victoria estaba cada vez más de parte del numeroso grupo de Sabbat con el que se había encontrado.

Quién me pide ir hacia una casa abandonada donde me ha guiado un imbécil en medio del campo... pensó.

Cuando todo parecía perdido apareció un vehículo parecido a un Jeep que se metía en el campo a toda velocidad. Fran aprovechó el desconcierto para dar una patada en salto al que le venía de frente. Los de detrás se quedaron ensimismados mirando el coche aproximarse a toda velocidad.

Mientras Fran se batía con el que fue el señuelo, el vehículo atropellaba a uno de los dos que le perseguían. Cuando el coche paró, salieron dos hombres, uno con ropa oscura pero elegante bajito, pero bastante corpulento, portando una pica. El conductor salió con una M16 y empezó a disparar al que habían atropellado, que se levantaba asombrosa facilidad.
Fran escuchó un disparo lejano, y de pronto se vió arrastrado por una fuerza enorme hacia el suelo. Le habían alcanzado desde la casa en la pierna.
El de la pica se abalanzó a por el que quedaba con un salto para cortarle en dos. El que fue atropellado saltó contra el que le disparaba desde el coche y se enzarzó con él, que ahora no parecía tan emocionado en distancias cortas. En eso, otro disparo impactó contra el coche. Seguidamente una gran explosión que hizo añicos el coche y a los dos que estaban pegados a él. Por otra parte, dejó al de la pica un poco desorientado.
Fran aprovechó para lanzar un zarpazo desde el suelo al que tenía en frente, que debido a la explosión había quedado un poco magullado por metralla. Al ver que le había dejado fuera de juego, miró hacia la casa y vió que tenía que acabar con el francotirador: Se levantó con dificultad y corrió dirección a la casa.

No duró 10 metros y un disparo le alcanzó de nuevo, en el hombro, haciendo que su parte superior se mantuviera en el lugar del impacto y sus piernas siguieran hacia delante por inercia como si hubiera resbalado. Cayó al suelo bocarriba y soltó una maldición. -Tengo que curarme, como siga así no saldré de esta.

Por el rabillo del ojo observó como el que quedaba en pie, que había salido del coche con una pica, había acabado con el que quedaba en la parte frontal de la casa y ahora se iba directo a la casa.

Fran prefirió cubrirse como podía en el suelo mientras intentaba concentrarse en regenerar sus tejidos destrozados de la pierna. El francotirador parecía estar ahora más preocupado por lo que se le venía encima, por lo que no hubo más disparos.

En algún momento, mientras intentaba pensar que hacer después de curarse se acordó de Pelos, su mascota. ¡Seré imbécil! Esta vez no me la perdona... Se apretó la pierna a modo de autocastigo.

Cuando habían pasado unos minutos y Fran creyó que ya podría hacer algo, se levantó y fue a la casa. Subió arriba y vió al loco de la pica de espaldas. Delante de él sólo había cenizas. -Gracias por la ayuda- dijo Fran.

-¿Qué haces aquí sólo peleando con un grupo de Sabbat?- preguntó con expresión tranquila- Tienes suerte de que estuviéramos pasando por aqui. Estamos intentando limpiar las fronteras de Sabbat por aquí, antes de que se acerquen demasiado a nuestra zona. Necesitan ayuda por aquí.

Fran se interesó por dónde les dirigía su misión y qué iba a hacer después de quedarse sin vehiculo.
Tenía la misión de investigar la zona pero ya tenían que volver. El nuevo "aliado" le invitó a acompañarle al sótano de la casa.
Al bajar se encontraron con una habitación con cuerpos colgados con charcos de sangre en el suelo, que parecían llevar alli no más de dos días. Además había periódicos que la pared a modo de decoración y en la mesa escritorio que había al fondo del cuarto, había papeles y documentos con anotaciones, además de un kit de herramientas metalicas para... cortar y abrir cosas.
Fran intentó leer con esfuerzo los distintos periódicos. Algunos estaban en alemán, otros en checo o ruso.
Hablaban de un asesino en serie. Habia fotos bastante sangrientas que mostraban escenas de crimen muy explícitas.
-Aquí no había nadie del Sabbat. Creo que llegaron más tarde y le espantaron... o quizás sí que sea un miembro de la secta, pero desde luego, tiene que ser un cabecilla. Porque un idiota como los de antes no pueden ver más allá de chupar sangre y pegarse cabezazos contra una pared.

Se quedaron un tiempo mirando y comprobando que no se dejaban nada interesante.
-Me interesaría ir contigo hacia el norte. Allí es donde me dirijo. A cambio podria ayudarte con estas cosas.-se interesó Fran. -No hace falta que me ayudes, son cosas que nos incumben a nosotros, no tienes por qué mezclarte. Al fin y al cabo, los de tu calaña no están muy interesados en seguirnos los pasos, según tengo entendido.-comentó con una sonrisa. No parecía tener intención de faltar, sino que era más un modo de hablar, una pose.-Pero puedes venir conmigo si quieres hasta donde creas necesario.-añadió.
-Pero antes he ir al pueblo a solventar algo-contestó Fran.

Quedaron en verse de nuevo cuando hubiera terminado.

Volvió sobre sus pasos al lugar donde había empezado a pasear por el pueblo y buscó a su mascota.
Estaba cerca, olisqueando el suelo. Al verla, le pidió que viniera y le ofreció una golosina a modo de disculpa. Pelos, se acercó. Subió hasta su hombro, cogió la pasa y se dio la vuelta poniéndole la cola en la boca. -Perdóname, la próxima vez estaré más atento...- intentó disculparse de nuevo.
Pelos, le miró, se acercó al bolsillo de la camisa, cogió una pasa más, y se premió a sí mismo, volviendo a la posición de desprecio anterior. Ya se le pasará...pensó Fran.

Cuando volvió a encontrarse con su nuevo compañero de viaje, fueron a buscar un coche para desplazarse, se adueñaron de un pequeño coche familiar y condujeron a través de la frontera destino Dresde en busca de una casa o un lugar donde descansar antes de que saliera el sol. -Me llamo Irvin, por cierto-se presentó. -Vengo de Berlín - añadió.

Llegaron a una casa grande también bastante alejada en el campo. Esta vez había gente en su interior.
Llamaron a la puerta y una señora anciana habrió la puerta. Irvin la miro fijamente a los ojos y dijo:-Hola, tia, vengo desde muy lejos para visitarte con un amigo, ¿te acuerdas de mí? ¿Podemos quedarnos hoy a dormir?
La señora se quedó unos segundos como pensativa, pero a la vez adormilada. Después de cerrar los ojos y abrirlos de nuevo lentamente contestó animada- Sí, ¡por supuesto! ¿Cuánto tiempo no...hijo...?
Irvin avanzó dirección a las escaleras para la bodega y la pidió que les dejará hasta la noche siguiente.
La señora parecía vivir allí sola. Fran estaba impresionado por la facilidad con que Irvin podía haber controlado a la pobre viejecita. Aunque, tampoco se trataba de una víctima demasiado poderosa, él no conocía esas habilidades.

En la bodega había una cama, y algunas mantas para poder tirarse, además de cajas y muebles viejos que no les interesaba lo más mínimo.
Irvin se acostó en la cama. A Fran tampoco le importaba demasiado dormir en el suelo, sino más bien tener que dormir con otro vástago en la misma habitación... Pero también podría estar ahora mismo hecho cenizas...

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