8:36 pm. Sajonia. Cerca de la frontera
Fran salió de la
bodega para alimentarse de la misma anciana que les había dado cobijo ese día.
Pobre mujer...
Los dos se
montaron en el coche e Irvin tomó la carretera dirección Dresde. -¿Cómo es que
tienes una mascota?- preguntó Irvin extrañado. –Es un buen amigo que me
acompaña desde hace tiempo.-contestó Fran.
-Pero me extraña que no te tenga miedo. A mí ni se me acercan...-Irvin se quedó pensativo- ¿Le conociste después?-continuó. –Me acompaña desde mucho antes del abrazo.-Dijo Fran y se quedó mirando hacia fuera de la ventanilla. El campo estaba parcialmente nevado pero parecía que los equipos antinieve ya habían esparcido la sal por las carreteras.
-Pero me extraña que no te tenga miedo. A mí ni se me acercan...-Irvin se quedó pensativo- ¿Le conociste después?-continuó. –Me acompaña desde mucho antes del abrazo.-Dijo Fran y se quedó mirando hacia fuera de la ventanilla. El campo estaba parcialmente nevado pero parecía que los equipos antinieve ya habían esparcido la sal por las carreteras.
Después de un
tiempo, cuando se acercaban a las afueras de la ciudad, Irvin comentó que le
gustaría quedarse unas noches en Dresde para avanzar en cierto tema persona. Le
preguntó a Fran si le importaba que parase antes de ir al centro para saludar a
un viejo amigo y de paso recabar un poco de información antes de presentarse
ante el príncipe. A Fran no le importaba quedarse unos días en la ciudad y
aceptó esperar para viajar juntos a Berlín más tarde. Pero viendo que cada vez
tenía más claro que pasaría más tiempo con este compañero espontáneo intentó
saber un poco más sobre sus asuntos personales.
-¿Por qué no
crees que haya sido nadie del Sabbat los que hicieron aquello en la casa que
vimos?- Preguntó Fran. –Esos tíos no tienen interés en organizarse para cometer
asesinatos. No necesitan jactarse de haber realizado los asesinatos. Los recipientes
no son tan importantes. Quizás puede haber algo detrás de eso. Quizás
nada.-Explicó Irvin. –Últimamente hay mucho movimiento por los alrededores, en
la frontera, y por eso tenemos que tener todo en cuenta para que no se nos
escape ningún detalle. Mi deber es proteger el principado actual. Aunque no me
importe demasiado... En realidad lo más importante es que la mascarada se
mantenga... y estos grupos no ayudan demasiado.
-¿Pero como están las cosas en Berlín?-se interesó Fran.
-La verdad es que todo sigue como siempre. Dos príncipes separados por el muro...-dijo Irvin. Fran miró a Irvin con cara extrañada.-Creía que eso del muro ya fue historia hace tiempo-comentó Fran.
-¿Pero como están las cosas en Berlín?-se interesó Fran.
-La verdad es que todo sigue como siempre. Dos príncipes separados por el muro...-dijo Irvin. Fran miró a Irvin con cara extrañada.-Creía que eso del muro ya fue historia hace tiempo-comentó Fran.
-Hace mucho que
no has estado en Berlín ¿verdad?- preguntó Irvin. A continuación le explicó la
situación de estabilidad temporal en la que se encontraba Berlín. Dos principes
que querían mantener su poder y mantenían la guerra fría que se suponía
eliminada hace años en el mundo humano. –Me da igual que sean de mi clan... Soy
bastante crítico con su comportamiento. La Camarilla permite este juego por
miedo a un mal mayor.
El viaje
prosiguió sin mucho tráfico por la carretera y al llegar a las afueras de la
ciudad le preguntó a Fran lo más educadamente que pudo si podría dejarle un
poco alejado del lugar al que se dirigía por razones de seguridad para su
contacto en la ciudad. Fran preguntó si era posible conocer el también a su
colega e Irvin accedió con la condición de preguntar primero si su contacto
aceptaba tal visita.
Dejó a Fran en
una calle residencial que no parecía ser muy frecuentada y continuó con el
coche.
Fran se paseó
buscando algún coche bonito por la zona pero sin alejarse demasiado del lugar
donde le habían dejado, pues recordó que aún no tenía ningún modo de volver a
contactar con Irvin. La verdad, es que estaba depositando demasiada confianza
para no conocerle más que de una noche. Pero también podrian haberle dejado
morir la noche anterior.
Encontró un coche
descapotable bastante llamativo y jugueteó intentando abrirlo para pasar el
tiempo sin tener mucho éxito. Después de una media hora volvió a aparecer
Irvin. No parecía muy contento de haber visto a un colega, aunque era difícil
definir exactamente su estado de ánimo, sino estaba enfadado.-Tenemos
problemas- exclamó repentinamente en cuanto Fran se sentó en la parte del
copiloto.-No creo que podamos detenernos para saludar a mi amigo. Tengo
noticias bastante graves y tengo que ir a otro sitio cuanto antes.
Dresde había sido
atacada. No había principe y no se sabía su localización. Entrar en Dresde dejó
de ser una buena idea. No tendrían que presentarse ante nadie. Al menos eso era
algo positivo para ambos, a ninguno le gustaba demasiado la burocracia
territorial.-No tienes por qué venir conmigo, pero deberías buscar un sitio
donde quedarte, a las afueras de Dresde, si quieres seguir conmigo a
Berlín-comentó Irvin.
Fran le ofreció su ayuda si la necesitaba... pero para ello tendría que contarle algo más, pues no le gustaba arriesgar su pellejo sin tener ninguna idea de por qué.
-Nadie te obliga a seguirme. La ayuda me vendría bien, y también te puedo contar algo, pero hay cosas que no puedo largar, se tratan de temas propios de mi clan –explicó Irvin.
-Te escucho - aceptó Fran.
Fran le ofreció su ayuda si la necesitaba... pero para ello tendría que contarle algo más, pues no le gustaba arriesgar su pellejo sin tener ninguna idea de por qué.
-Nadie te obliga a seguirme. La ayuda me vendría bien, y también te puedo contar algo, pero hay cosas que no puedo largar, se tratan de temas propios de mi clan –explicó Irvin.
-Te escucho - aceptó Fran.
-Se trata de un
problema que tiene raíces en la enemistad de los prínciples de Berlín.-comenzó
a explicar Irvin con cierto tono amistoso . – Busco a un amigo mío, que hace
tiempo fue desterrado de Berlín del Oeste por ser considerado un espía del
este. Pero sólo por su procedencia de Rusia... En realidad él nunca pasó por
Berlín del Este. Pero para mí también son muchas cosas un poco borrosas... Mi
amigo estaba metido en temas bastante secretos y no me contaba todo lo que
sabía. Sin embargo era un tío que me demostró a menudo que podía confiar en él.
Tanto antes como después de nuestra muerte. Fuimos compañeros de trabajo largo
tiempo. Ahora no sé dónde se encuentra, y sólo voy siguiendo las pocas pistas
que puedo encontrar mientras cumplo mi deber para con el príncipe del Oeste...
-Dime qué tenemos que hacer. ¿Se trata de algo peligroso? ¿Esperas encontrarte con problemas?-preguntó Fran. Pero Irvin le comentó que se trataba sólo de seguir recabando información. –Pero quién sabe... No te puedo prometer que estemos sólos. Al fin y al cabo, ahora mismo nos encontramos en una ciudad sin ley.
-Dime qué tenemos que hacer. ¿Se trata de algo peligroso? ¿Esperas encontrarte con problemas?-preguntó Fran. Pero Irvin le comentó que se trataba sólo de seguir recabando información. –Pero quién sabe... No te puedo prometer que estemos sólos. Al fin y al cabo, ahora mismo nos encontramos en una ciudad sin ley.
Fran decidió
ayudarle y por ello Irvin arrancó enseguida y se dirigió directamente al lugar
donde habría de encontrar lo que le llevaria un poco más cerca de los pasos de
su amigo desterrado.
Llegaron a un
polígono industrial que parecia construido hace bastante tiempo pero tenía
muchas naves que parecían ser utilizadas aún en la actuaildad. Pararon ante una
de las naves y salieron del vehículo.
Fran recogió la M16 confiscada la noche anterior del maletero y la escondió debajo del coche. Se acercaron un poco a la nave y vieron que había videovigilancia.-Tendremos que entrar de algún modo, pero sin llamar la atención- dijo Irvin con preocupación.
Fran miró a su mascota. -Ve a morder los cables de aquella cámara- le ordenó. Pelos salió disparada para subir a la cornisa del edificio acercándose a la cámara. Una vez allí, mordió los cables de conexión y un piloto LED rojo de la cámara dejó de brillar. Volvió en cuestión de minutos.
-La tienes bastante bien educada, desde luego.- afirmó Irvin con adulación.
Se dispusieron a entrar en la nave por una puerta secundaria, donde al parecer no había ninguna otra cámara de seguridad.
La nave parecía ser destinada a la industria del metal. En un lado había muchos perfiles para la construcción y máquinas bastante grandes para corte de los mismos. Al otro se encontraban mesas de trabajo y zonas que parecían ser para soldadura, por los plásticos casi opacos que hacían de cortinas para protección de la vista. A Fran todo esto no le resultaba nada nuevo y sentía casi nostalgia de su antiguos días como diseñador de máquinas.
-Tenemos que buscar documentos. Lo que sea que te parezca demasiado extraño para estar en una nave industrial... Yo miraré allí arriba - explicó Irvin señalando hacia la zona de oficinas a las que se podía subir por medio de una escalera metálica.
Fran se puso manos a la obra mirando todos los recovecos. Vio planos de distintos grupos de construcción, diseños de estructuras varias y muchos libros técnicos. Herramientas normales y corrientes, recipientes de gas y aceites varios... Pero había algo que le llamó bastante la atención. Un grupo de ratas muertas, situadas de una forma bastante poco natural y una cantidad bastante inusual de insectos también muertos. Podría ser por utilización de veneno... -Pelos, ¿qué te parece esto?-. Pelos se acercó a los animales muertos y olisqueó los insectos. No se los comió y de repente saltó de nuevo a las piernas de Fran y subió hasta meterse dentro de la gabardina asomando sólo el hocico. Un poco más adelante, se veía una especie de cruz de indicación dibujada con lo que parecía tiza.
Fran llamó a Irvin y le gritó desde abajo que había encontrado algo.
Irvin descendió con tranquilidad y se acercó. Observó con interés lo que Fran tenía delante suyo. -Según la reacción de Pelos, creo que esto no es cosa de un veneno normal.-comentó Fran.Irvin pidió un minuto a Fran para hacer una llamada. Se alejó unos metros y después de esperar unos segundos con el móvil en la oreja, empezó a hablar en ruso. Fran supuso que era su lengua madre. Aunque el alemán, lenguaje que habían estado hablando desde que se conocieron, también lo hablaba bastante bien.
Al volver, le pidió que se retirara un momento. Se arrodilló al lado de la cruz, se hizo un corte en el dedo y derramó sangre en el centro de la cruz.