miércoles, 25 de febrero de 2009

Privacidad

La información en la actualidad circula a la velocidad de la luz.

Imágenes de todos los rincones del planeta, incluso los más recónditos, pueden aparecer en nuestra pantalla con un "click". Miles y miles de personas opinan sobre una y otra cosa en internet y son a su vez recomendadas y/o criticadas por otros usuarios de esta tecnología. Se puede ver la casa de tu amigo Fulanito e incluso la tuya a vista de satélite. Si queremos podemos ver lo que le pasó a Menganito el día que se fue de copas con sus amigos, porque hay fotos de él echando la raba en tal o cual página, o en el peor de los casos, en ambas.

Nuestro teléfono móvil nos despierta y recuerda tareas del día, así como cumpleaños, citas, deberes,... Suena y corremos a cogerlo para saber quién es. Si vemos que nos interesa lo cogemos, pero si no, lo dejamos a un lado y lo miramos con recelo por si se trata de algo importante, y aún así nos molesta saber que el "bicho" sigue moviéndose y no se da cuenta de nuestro descontento ante la llamada.

Nos podemos comunicar instantáneamente, por escrito a mano, con teclado, con mensajes,... También podemos hacer videoconferencias, en las que sólo falta poder tocar al compi del otro lado.

La seguridad en las empresas y comercios lleva a estos a colocar seguimiento por cámaras en distintos lugares rodeando sus establecimientos. Descuidándonos estamos en un rincón de una calle demostrando a la novia que la queremos mucho o cantando y bailando mientras caminamos por esa zona porque creemos inocentemente que nadie nos ve y al día siguiente el encargado de la cinta de video de la cámara de vigilancia se está calentando en el primer caso o descojonándose vivo en el segundo a cuenta de nuestra ignorancia sobre la situación tan retorcida de un dispositivo de vigilancia continua.

¿Es todo esto tan bueno como parece? Sinceramente, igual prefiero retroceder unos años atrás, cuando ver un teléfono móvil era raro pesando además un huevo y las cámaras de vigilancia parecían más farolas que lo que eran... Decir ahora "no encontré información suficiente para el trabajo" es inviable para cualquier estudiante, no digo que esto sea malo, pero está claro que la compañía de los libros se está quedando a un lado en muchos sentidos. Pasártelo bien y que la fiesta sea recordada sólo en tu recuerdo y en el de los que estuvieron contigo es difícil, pues ahora la mayoría de la gente tiene cámara digital y además aparecerás al día siguiente en internet o las fotos serán esparcidas por todas partes consiguiéndolas la persona que no quieres ver en pintura, la/el ex amiga/o o novia/o que te molesta de vez en cuando en programas de mensajería instantánea y gente desconocida inclusive. Andar por la calle ya no es tan placentero cuando sabes que te pueden estar grabando con cualquier tipo de aparatos casi imperceptibles para el ojo humano por su tamaño y la gran habilidad que tiene la gente para ocultar y camuflar objetos en el terreno del pueblo típico de toda la vida.

A veces, al estar desconectado, sufro desazón y cierta inestabilidad que resulta a veces enfermiza y me da miedo pensar que no podré volver a sentir como antes algunas cosas, como cuando aquella persona antigua que llegaba tarde y no recibía más bronca que la definida por llegar tarde y no también la de no avisar la tardanza por el móvil.

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