Hoy, mi familia y yo, hemos tenido en la mesa a la hora de comer una controversia un poco agitada hablando sobre esas agresiones sexuales que se han llevado a cabo en las fiestas de San Fermín.
Por lo visto no es de este año y se lleva repitiendo desde hace tiempo y el caso es que me parece muy grave que algo así pueda ocurrir cada vez más repetidamente en este nuestro país.
Hay muchos factores que pueden influir en la tendencia a cometer estos actos poco civilizados al aire libre, delante de un público muy numeroso, y que, además, es a la vez testigo y cómplice.
Además cada año es más internacional, eso está claro, y todo el mundo quiere participar en las corridas y en la fiesta. Unos emborrachándose, otros corriendo y la mayoría pillando cacho.
El caso es que, sin entrar en la procedencia o la naturaleza de los individuos que han participado en tal atrocidad, el tema de discusión era más general. No era el San Fermín o la borrachera y la desaparición de inhibiciones que ésta provoca. Sino la diferencia entre instinto y civilización, la existencia de sentido común y la probabilidad de que todo ocurra. Nada es imposible.
Los dos bandos estábamos enfrentados, padre e hijo contra madre e hija.
Para nosotros, la forma de vestir y actuar es determinante a la hora de saber como puede acabar un acontecimiento. Pero no sólo nos referimos a una chica que muestra pechuga. Se trata de provocación en hombres y mujeres.
Un hombre que va a una discoteca con su camiseta de tiranta, enseñándo músculo, gafas de sol en la cabeza (es de noche por supuesto), miradas desafiantes a cada chaval que pasa por su lado, empujón,... naturaleza viril. Algo que alguna vez siempre hemos hecho (aunque no así vestidos) en mayor o menor grado. Demostrar que estamos ahí. Naturaleza e instinto. Ese chaval que provoca tiene más posibilidades de entrar en una pelea que el que va normal, aunque no la buscara. Incluso el que intenta pasar desapercibido puede tener también bastantes papeletas para encontrarse en la trayectoria de un puño o una navaja. Así es nuestra "civilización". Estamos tan civilizados que nunca podremos firmar un papel donde se afirme que no saldrá nuestro instinto a relucir.
Lo mismo pasa con una chica que provoca con su cuerpo o sus gestos. Las tías de alrededor la odiarán a muerte sólo por ser ella, o por actuar así. A los tíos se les irá la mirada detrás de ella y babearán y se las verán y desearán para poder terminar con ella en la cama. Otros simplemente comprenderán que está fuera de su alcance. Pero absolutamente todo el mundo en esa discoteca habrá notado su presencia. Y eso, fuera o no el objetivo de la chica, es lo que ocurre cuando alguien provoca o enseña más de lo necesario. A veces es incluso así cuándo los individuos son de por sí sobresalientes.
Por el lado contrario, en la parte femenina del jurado, se negaba la provocación de estos individuos aludiendo a su inociencia e ignorancia y se acudía como defensa a la legalidad y libertad de cada persona para hacer lo que le venga en gana, ya sea en vestir, actuar o consumir siempre y cuando no buscaran de algún modo la pelea o la agresión, o incitaran a ser agredidos.
Yo por mi parte he de aclarar que no soy defensor de ninguna agresión ni estoy de acuerdo con que se agreda sexualmente a una mujer (u hombre) sólo porque haya mostrado sus pechos o su tableta de chocolate en una fiesta a los hombros de un/a mozo/a rodeada/o de borrachas/os que han perdido casi el conocimiento (o algunos que actúan como si lo hubieran perdido). Pero llamo al sentido común y pido a todo el mundo que reflexione y se acoja a la pronta prudencia para evitar tales acontecimientos y mejorar la experiencia de las fiestas.
No soy machista si digo que todo hombre tiene en la cabeza, como parte inherente a su naturaleza, encontrar una hembra y hacerla suya. No soy machista si digo que esto no es sólo entre seres humanos, sino que este comportamiento se ve en la naturaleza, e incluso a veces roza la violación de las hembras. Pero, tristemente, hemos de admitir que, aunque somos "personas" y lo que nos diferencia de los animales es nuestro razocinio y la capacidad de pensar y entender lo que los demás sienten o pudieren sentir (empatía), es de entender que cuando ademas influyen algunos factores como las drogas en general o el alcohol en singular, el sentido común ya no se puede aplicar y la gente no actúa tan civilizadamente.
No apruebo que se toque a las mujeres o se las desnude sólo porque se está de fiesta y con ello se esté agrediendo sexualmente a una mujer. Igual que no apruebo que un grupo de mujeres desnude a un tío que está borracho y jueguen con él como si fuera un osito de peluche o un juguete sexual (lo he visto y me sorprendió que las mujeres puedan llegar también a hacer algo así). Pero no es responsable sólo la multitud de ese acto atroz, sino también el individuo que aceptó correr el riesgo de meterse entre una multitud de animales con más alcohol que sangre en sus venas y que además decidió que enseñar su preciosa delantera (quizás sólo parcialmente) como juego inocente para alegrar la vista de los allí presentes era lo mejor que podía hacer. Eso, para mí, es una provocación. Y repito, con esto no estoy justificando tales actos, ni los apruebo. Sólo estoy aplicando el sentido común que los que allí están ya no pueden aplicar. Es estadística y probabilidad, lo que puede ocurrir.
Al igual que una mirada entre dos tíos (signos iguales se repelen) en una discoteca puede resultar en una pelea, incluso cuando el alcohol aún no está presente (aunque es un aliciente), un chico o una chica, puede actuar también de otra manera cuando el objetivo es alguien del sexo contrario.
Es así en un concierto de Heavy Metal, que no deberías estar cerca del escenario si no quieres acabar participando en un Pogo, donde puedes acabar "algo magullado", o no deberías meterte entre el público de seguidores de un equipo con la camiseta del equipo contrario, o no deberías bailar con una copa en la mano en lo alto de tu cabeza si no quieres derramarla sobre alguien cercano provocando una pelea,...
Nadie da derecho a alguien para violar, matar, pegar, acosar,... a otras personas. Tampoco se trata de quedarse en casa y no salir nunca. Sólo hay que ser consecuente y tener un poco de cabeza, analizar lo que puede ocurrir. Y una vez has escogido un camino, aceptar las consecuencias o, en casos graves, comprender el por qué y no repetir el mismo error, aunque no las merezcas. Aunque no sean de tu gusto. Aunque, en algunos casos, traspasen la ilegalidad. El que avisa, no es traidor.
Arrivederci Roma
Hace 15 años